Francisca García estaba tranquilamente viendo la televisión en su casa, en Vera. En las noticias, algo llamó su atención. Una riada en un distrito de Málaga había provocado graves inundaciones, el 25 de enero. Las imágenes de las calles anegadas, las paredes llenas de lodo y los coches destrozados removieron algo en su interior. “No sé muy bien el qué, pero hubo algo que me impulsó y me llamó a ayudar a esa gente”, cuenta. Tal vez a su mente regresaran aquellos fatídicos días de septiembre de 2012 en los que su municipio sufrió también una riada que acabó incluso con la vida de varias personas.
Cogió el teléfono, llamó a Campanillas y habló con el coordinador de los voluntarios. “Lo que más hacía falta eran manos para ayudar a quitar lodo de las calles y productos de higiene personal, de limpieza, ropa de hogar...”, explica Paquita García. Así que movilizó a algunos de sus contactos, lanzó un mensaje en las redes sociales y el día 1 de febrero ponía rumbo a Málaga con su coche lleno de material donado por los vecinos de la comarca.
“Nunca había estado en Campanillas, pero cuando llegué y vi la situación, no pude volverme a Vera sin más. Me quedé allí para echar una mano en lo que pudiera”, recuerda. Así, el viaje que pretendía ser de ida y vuelta se prolongó durante diez días. “La gente me acogió como a una más. La primera noche dormí en la casa de un matrimonio de jubilados que alojaban a estudiantes. Cada día iba cambiando de casa, me dejaban las llaves, aún siendo una desconocida, nos llevaban churros para desayunar... Aquello era como una gran familia”. Tanto que al poco ya era conocida por todos y la llamaban ‘La chica de Almería’.
Su primera tarea fue organizar la ropa donada y separarla. Después, la pusieron a recibir las llamadas para coordinar las donaciones con las demandas de los vecinos. “Atendí unas 150 llamadas al día. Necesitaban a gente que mostrara su apoyo, su cariño, que les diera un poco de consuelo porque las caras de desolación eran impactantes”, explica.
Durante su estancia conoció al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, al que invitó a conocer Vera: “me dijo que tiene familiares por aquí”. En unos días, el 7 de marzo, Paquita volverá a Campanillas, para echar una mano en un concierto benéfico para conseguir más ayuda.
En ese Centro Beltrán Lucena, donde se coordinaba la ayuda, trabajaron más de 120 voluntarios, unas doce horas al día. “Fue una panzada de trabajo, pero es muy grato. Como yo les decía allí, esto es hoy por ti y mañana por mí”, cuenta, consciente de que lo que ha pasado en Málaga puede suceder en cualquier sitio.
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