En un partido tan sumamente marcado por la expulsión de un futbolista, se hace difícil de hacer un análisis personal de un futbolista que trabaja para él. Así es, el Almería hoy por hoy es Darwin Núñez y diez jugadores trabajando por llevarle el balón.

Juan Muñoz pone calidad en la mediapunta; Lazo ha perdido chispa, pero sus carreras montan las contras; el centro del campo mantiene al equipo... Pero es Darwin, con sus goles y su trabajo, el que está sosteniendo al Almería en la zona alta. Por eso, ayer los rojiblancos quedaron totalmente descabezados cuando el uruguayo se fue a la calle, algo que no pasó, por ejemplo ante el Mirandés, último partido en el que los de Guti se quedaron con diez. Hace unas semanas se podía recurrir a los centímetros de Sekou, pero ya ni eso.

La expulsión, rigurosa para todos, incluso para Pacheta, marcó un antes y un después para el Almería. Hasta ese momento, el equipo estaba bien situado y creaba peligro; desde entonces, se le apagó la luz y no tuvo ni un recurso para doblegar al Elche. Mira que Appiah lo intentó más que nunca. Corrió y creó peligro, pero Juan Muñoz ha dejado de ser la boya y la defensa visitante apenas si sufría.

Durante la primera media hora, con un Almería mandón y que movía el balón con rapidez y peligro, el inglés le puso un balón de gol a Darwin, que remató fuera, y tuvo una clara ocasión en el segundo palo. Pero la pólvora la tiene mojada, no es capaz de rematar entre los tres palos. A partir de ahí, lo intentó con varias cabalgadas sin acompañantes, que apenas sirvieron para sacar unas cartulinas amarillas. Un esfuerzo que no merecía un partido desequilibrado por el árbitro.