Un ejemplo sobre el césped, un ejemplo en la grada. Las féminas de Unión Deportiva Almería y CD El Ejido 2012 demostraron en el anexo del Estadio de los Juegos Mediterráneos que en los derbis también puede imperar el compañerismo, que la deportividad es la máxima que debe marcar todos los partidos, que el color rojiblanco y el celeste pueden vivir hermanados, algo muy alejado de lo que ocurría en la LFP o entre los filiales, hace ya varias temporadas.

En las gradas, igualmente, los aficionados de ambos equipos vivieron noventa minutos intensos, sin ningún gesto que encendiera los ánimos. Las niñas de la capital y las ejidenses dieron una auténtica lección, gracias a ellas y al balón, Almería y El Ejido vuelven a ser hermanas, algo mucho más importante que un simple resultado.

El marcador favoreció claramente a las locales, sobre el césped fueron más contundentes y atacaron, atacaron y atacaron una y otra vez. Además, fueron certeras de cara a la meta ejidense. Eso sí, lo mejor fue cómo las jugadoras de ambos equipos posaron hermanadas antes del comienzo del choque por una causa solidaria y cómo al final del mismo, todas se saludaron, se felicitaron por el ejemplar partido y se desearon suerte.

Durante el primer tiempo, aunque la mayor iniciativa fue de las rojiblancas, la celestes respondía con una buena defensa y salidas a la contra, si bien el conjunto de Carlos Hinojo sabía mantener a raya a sus adversarias. Hasta el minuto 20 no llegaría el 1-0, marcado por Nadia tras recibir un pase en profundidad. La futbolista del Almería controló el balón, recortó fuera del área y marcó por toda la escuadra. Antes del descanso, concretamente en el minuto 34, Chelo, una de las capitanas del equipo, marcaba su primer gol a la salida de un córner. Era el 2-0.

En el segundo tiempo el partido siguió por los mismos cauces, aunque la efectividad ofensiva del Almería fue mayor. De ahí que llegaran tres goles más, protagonizados por Sonia Fuentes, de penalti, en el minuto 62, y en el 68, con lo que conseguía un doblete, y por Mary Teruel, en el 85.