De los malos encuentros es de los que más conclusiones se sacan. En Fuenlabrada el Almería no fue el Almería. La presión tan adelantada de los locales, unida a un terreno de juego en el que era difícil ser preciso, desarboló a los rojiblancos, que no eran capaces de meterle mano al partido.

El partido pedía un cambio, antes incluso de la expulsión de Sadiq o del 1-0. El equipo de Gomes necesitaba alguien con la mente despejada, que no hubiera sentido durante tantos minutos el aliento de los azulones en el cogote. Ramazani, Robertone y Villalba aportaron ese toque diferencial que el Fuenlabrada no fue capaz de frenar.

Ramazani se movió y los centrales dejaron de estar tan cómodos, Robertone sirvió en bandeja de plata el balón para que Villalba disparara como hacen los futbolistas de calidad: duro y junto al palo. Fue la única jugada de la tarde en la que el Almería fue fiel a su filosofía, gracias a dos de los jugadores que salieron de refresco. Es otro de los puntos fuertes de este equipo, que José Gomes ha conseguido: tiene enchufados a los titulares y a los que están en el banquillo.