España, España, España

Hay que amar a España y a todos los territorios que la integran con sentido universal y cúmulo de suma de intereses

Nego cuanto está aconteciendo en España por el dolor contrito que produce en relación con la situación de Cataluña y el País Vasco. Quienes ostentan la condición de autoridades en las Cámaras y otros Centros Directivos con descentralización política tendrían de tener un sentido misionero, sentido de universalidad. No entiendo quienes están en esa torpe disputa que roza el escándalo de no abajarse de esa tensión de ideas tan usureras y sórdidas, aceptando un ideal más grande que está en el alma de cada uno de nosotros a pie de calle. España es una comunidad y como tal no consiste en converger exteriormente en un punto, si no en una forma de concebir la acción teniendo presentes a los otros, a todos, no solo a una parte de quienes se consideran con mejor derecho en la tercería de dominio.

La comunidad, España, es una dimensión mayor, es el resultado comunitario de siglos con sus debilidades y fortalezas, sus amenazas y oportunidades. No van a poder resolver el litigio político sino no adquieren un método de comunicación y convicción que penetre en los gestos y actitudes, cuyas palabras vuelvan a ser la verdadera cultura de toda una comunidad de personas, España.

Quienes a través de las urnas están ejerciendo la gestión y gobernanza a nivel de Estado y Comunidades Autónomas, están denotando en sus fundamentales responsabilidades institucionales una ausencia de convicciones, mujeres y hombres que nos ofrezcan a toda la sociedad civil una hipótesis explicativa y unitaria positiva basada en la genuina libertad para juzgar y elegir, evitando todos los episodios de intolerancias clamorosas, presuntos ilícitos penales, que se están produciendo.

No se puede comprender la realidad si no se la acepta, ni siquiera la más genial evidencia se convierte en convicción si el "yo" político no se familiariza con su objeto, si no se le otorga tiempo, si no convive con él, es decir, si no lo ama. Porque hay que amar a España y a todos los territorios que la integran con sentido universal, incluso a los que formaron parte de nosotros, de tal forma que España no es el cúmulo del cálculo histórico de la suma de intereses sino el fruto de una dimensión interior de un gran país que ha hecho Historia. O las autoridades recuperan e inculcan un sentido profundo de comunidad nacional o la solución con o sin el 155 no será nada halagüeña para el concierto europeísta de España.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios