Alimentación

Pastelería Escobar: Merengues, chocolates, mantecados, la dulce tradición de Dalías

Juan atiende a una cliente, a la que vende una caja de sus mantecados caseros. Juan atiende a una cliente, a la que vende una caja de sus mantecados caseros.

Juan atiende a una cliente, a la que vende una caja de sus mantecados caseros. / P.L.Rodríguez (Dalías)

Escrito por

· Pablo Laynez

Redactor

Al sur de la Sierra de Gádor, en una privilegiada situación geográfica, Dalías es una inmejorable atalaya desde el que supervisar todo el Mar de Plástico del Poniente. Los invernaderos poco a poco han ido escalando la sierra y se han convertido en parte fundamental de la economía daliense, con productos tan peculiares como sus tirabeques y sus pimientos tempranos, que se nutren de un agua tan rica en nutrientes como es la de Celín.

Cada septiembre, con los cultivos aún bisoños en el Poniente, son miles de personas las que cumplen con la tradición de peregrinar hacia su Cristo de la Luz. Además de mostrar su devoción, los peregrinos disfrutan del espectáculo pirotécnico y de los dulces de Dalías. Y es que el municipio cuenta con varias panaderías y pastelerías que elaboran productos de gran calidad.

Precisamente éste es el dulce motivo por el que cada fin de semana son muchos los clientes que repiten peregrinación, en este caso motorizada, y se acercan a Dalías para comprar pan y bollería casera. Y en Navidad, como obligan los paladares, las bolsas se llenan de mantecados. Aunque no es un producto tradicional de esta comarca, sino que habitualmente el pueblo era punto de paso hacia las fábricas de Fondon o Laujar, en los últimos años la Pastelería Escobar ha recuperado la receta familiar y las cajas están volando desde la daliense Calle Teatro a todos los puntos de la provincia, además de a buena parte de la geografía nacional e incluso europea.

Juan y María Trinidad realizan los mantecados y los envuelven. / Diego Martín Juan y María Trinidad realizan los mantecados y los envuelven. / Diego Martín

Juan y María Trinidad realizan los mantecados y los envuelven. / Diego Martín

Pastelería Escobar es una tentación para los golosos. A sus merengues y chocolates es imposible decirle que no, pero una vez que hueles el agradable olor de la almendra que desprenden sus mantecados, cuesta decidirse por unos o por otros. Una tienda pequeña, camuflada en una pintoresca calle de pueblo junto a la Iglesia del Cristo de la Luz, perfectamente reconocible por la cola que hay siempre en la puerta. Y si uno afina el olfato, el olor a pan o a torta de chicharrones recién hecha lo guían de forma precisa.

Por su carácter artesano, la tercera generación de los Escobar no produce una gran cantidad de este dulce navideño, pero sí que lo elabora con “mimo y mucho cariño” cada semana. “Los mantecados empezaron a hacerlos los abuelos de mi mujer, aunque no era uno de nuestros productos estrella. Sin embargo, cuando nos casamos mi mujer y yo empezamos a producir más cantidad”, todo como consecuencia de una deliciosa anécdota laboral: “En ese tiempo estaba yo trabajando en Roquetas y le dije a mi mujer de hacerles un puñao mantecados y llevárselos. Bajé con 50 kilos y hoy nos falta tiempo para hacer todos los que tenemos”, dice Juan con una sonrisa, recordando la vivencia.

“Bajé con unos 50 kilos de mantecado para unos excompañeros de Roquetas, gustaron y hoy vamos por 5.000 kilos”

Desde entonces, el negocio del dulce navideño comenzó a crecer. “Decidimos apostar por hacer mantecados a ver si a la gente le gustaba. Empezamos por unos 800 kilos, al año siguiente tuvimos que doblar y al tercer año llegamos a los 4.000 kilos. Hoy, con una panadería que hemos abierto y que atendemos también nosotros, estamos produciendo en torno a los 5.000 kilos. Nos gustaría hacer muchos más porque a la vista está que a la gente le gusta, pero no tenemos más tiempo”, dice el dueño mientras atiende a una familia que se lleva dos cajas de mantecados y una bandeja con otras especialidades de la casa como son un cono de chocolate con merengue y una trenza de hojaldre.

A granel o en caja de kilo, a Juan le vuelan los mantecados en este Puente de Diciembre, concretamente el Día de la Constitución (el pasado miércoles 6 de diciembre). Como exige la normativa, en la caja viene la fecha de la elaboración y es grato leer que están recién hechos. “Los hacemos en nuestro obrador cada semana. Además, la materia prima es almeriense, es de calidad”, apunta Juan que preguntado sobre el secreto para que sus mantecados y su bollería en general sean dignos de esta dulce peregrinación, ríe: “Hacer las cosas con cariño”. Y su infinita amabilidad, por supuesto, también suma.

Madrid, Barcelona e incluso Europa

El boca a boca hace mucho, la página web es un elemento fundamental de venta en esta época de las nuevas tecnologías, pero la prueba del algodón es probar el mantecado. “Quien prueba, repite, es que están muy buenos”, dice Juan humilde, para nada vanidoso, pero sí consciente de que su género navideño ha tenido una gran aceptación.

Es por ello que sus cajas de mantecados han traspasado ya las fronteras provinciales. “Como es un producto que no se pone malo y que lo enviamos recién hecho, aguanta en muy buen estado. Nos llaman para que les hagamos llegar a Madrid, Barcelona, Sevilla, Granada, Murcia... Incluso desde hace algunos años estamos enviando a otros países de Europa como Francia, Italia o Alemania”, donde a la hora del almuerzo hacen una ensalada de hortalizas almerienses y para acompañar al café, nada mejor que un dulce de la misma procedencia.

Carros de berlinas, donuts, palmeritas, gofres... Todo casero y recién hecho. Carros de berlinas, donuts, palmeritas, gofres... Todo casero y recién hecho.

Carros de berlinas, donuts, palmeritas, gofres... Todo casero y recién hecho. / Diego Martín (Dalías)

Con más de setenta años de existencia [en 1952, Salvador Escobar García y Salvador Escobar Durán abrieron el negocio], la pastelería se ha ganado la popularidad y el cariño de sus clientes. Y es que ahora es la tercera generación la que elabora los dulces dalienses, siguiendo con admiración la tradición familiar y con un trato a la clientela que a nadie deja indiferente: “Estamos agradecidos a todos los que vienen, tratamos de hacerlo lo mejor posible, que a la gente les guste y se vaya contento”, dice Juan que ha invitado muy amablemente a unos pequeños clientes a unos huevos Kinder [debilidad de padres e hijos], ha dado a probar sus mantecados y ha ofrecido unas mandarinas de su huerto familiar, que él cultiva y que lo que la tierra le da, también se lo acerca a sus clientes. No es una estrategia de marketing, consiste en ser amable y así es imposible no vender. El buen trato se lleva en la sangre.

La cola cada vez es más larga, se nota que es día de fiesta. Juan sigue atendiendo clientes y las cajas de mantecados desaparecen del stand. Hoy habrá para todos, pero de cara al fin de semana habrá que elaborar más. Es el sacrificio de un negocio familiar, que endulza las navidades de los hogares almerienses.

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