"Siempre que veía El Rocío pensaba por qué Almería no estaba aun allí"

El conocido cofrade almeriense y colaborador de Onda Cero, José Rafael López Usero, es uno de los grandes artífices de lo que hoy es la Hermandad de Almería. No en vano, fue uno de los grandes instigadores del surgimiento de la corporación y, además, fue el diseñador del Simpecado almeriense. Hoy, tres décadas después, compartimos con él estas líneas para ahondar en el origen de la Hermandad de Almería, a escasos días de marchas nuevamente hacia la Aldea de El Rocío.

-Rafael, ¿a dónde se remontan los orígenes de la Hermandad del Rocío de Almería?

-Particularmente, cada vez que yo veía El Rocío pensaba que porqué Almería aún no estaba allí. Posteriormente, en el año 1983 me entero a través del periódico que Ángel Sáez y Martín Martínez habían creado la Hermandad de Almería. Juan Checa fue el que me metió en la hermandad y, tras presentarme a Ángel, entré en la directiva de la misma. Recuerdo que las primeras reuniones eran en el Hotel Almería. En estos primeros años nos ayudaron mucho unos hermanos de Granada. Lo primero que se hizo fue buscar la sede canónica y después de andar y preguntar nos admitieron en la Parroquia de San Pedro gracias a Eduardo Navarro López, recientemente fallecido. Desde entonces hicimos viajes a Sevilla, Huelva y Almonte con objeto de ir conociendo el fenómeno rociero. También se buscó sede social y la primera fue un local que Luis Sierra, suegro de Ángel Sáez, tenía en la Avenida Montserrat. Allí estuvimos dos años hasta que nos trasladamos a la actual de Juan Lirola.

-¿Cómo fueron estos primeros pasos para la corporación?

-Con mucho trabajo y esfuerzo. Estuvimos en las Cruces de Mayo, en la Feria y en todas las actividades sociales y religiosas donde se nos reclamaron.

-¿Cómo fue el encargo del Simpecado y la llegada del mismo a nuestra ciudad?

-Empezamos a hablar con el orfebre sevillano Fernando Marmolejo para hacer nuestro Simpecado. Como vocal de cultos, pensé que quizás la alpaca plateada iba a ser más económico que bordado, y así fue. Aun con eso, todos los hermanos aportamos plata y oro para hacer los atributos y la corona de la Virgen y el Niño Jesús. Le llevé un boceto sobre el Simpecado y, el 4 de enero de 1986 llegó el mismo a nuestra ciudad. La llegada del Simpecado fue el germen para que el Obispo nos reconociese como hermandad y ya solo quedaba que la Matriz nos reconociese como filial, algo que llegó ese mismo año.

-¿Cómo fue aquel primer Rocío como Hermandad filial de la Matriz de Almonte?

-Aquello fue apoteósico. Tras ser aprobados por la Matriz en abril, ese mismo año ya fuimos al Rocío como filial. Con un calor insoportable, nos presentamos por primera vez ante la Virgen del Rocío. Nos acompañaron las siete capitales de Andalucía y fuimos acompañados de Huelva, que fue quien nos presentó ante la Virgen. Recuerdo que estaba hasta el Presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borboll. Fue un Rocío especial.

-Igual de especial sería la llegada de nuestra Carreta, ¿verdad?

-Sin duda. Fue en abril de 1989 cuando llegó la Carreta a la ciudad. Recuerdo que se adornó con claveles rosas, blancos y azules, el color de la hermandad. La misma fue realizada por Fernando del Toro en los talleres de Villarreal. Está inspirada en la embocadura del retablo de San Pedro y la secundan ocho ángeles. Fue otro momento único, la verdad.

-¿Qué recuerda de aquel pregón que dio en el año 1992?

-Pues fue en las Jesuitinas. Parece ser, por lo que me dijeron, que gustó bastante. La cena, recuerdo que fue en el Salón Noble del Círculo Mercantil y también recuerdo que coincidió con la celebración de las Cruces de Mayo en la ciudad. Estuve en varias cruces y llevaba el galardón que me dieron en la mano e iba enseñándolo por todas (risas).

-Por último, ¿qué tal ve a la hermandad a día de hoy, tras prácticamente tres décadas?

-La veo estable, bastante sólida y e un momento bueno. Siempre con ganas de ir a más y así será, seguro, con la ayuda de la Santísima Virgen del Rocío. El XXV Aniversario fue muy emotivo. Me acuerdo de la calle Ricardos llena de flores, emulando a Almonte.