Recuerdos de una guerra. Desembarco de Alhucemas
Cultura
Centenario del desembarco. Gracias a unas operaciones estratégicas pioneras que se llevaron a cabo en la isla, pese al Desastre de Annual, se logró ganar la guerra
El desembarco de Alhucemas (1)
En 1898 se produjo el Incidente o Crisis de Fashoda (Sudan del Sur), cuando una fuerza militar francesa coincidió en esa localidad con otra británica, ambas con el mismo objetivo: abrir líneas de comunicación para conectar sus respectivas colonias africanas de manera continua, los franceses oeste-este (África occidental francesa-Somalia francesa) y los británicos con la unión norte-sur (Egipto-Sudáfrica). Ese mismo año, nosotros estábamos inmersos en una guerra con los estadounidenses para salvar lo insalvable ya (Cuba, Filipinas y Puerto Rico), es decir, mientras las potencias occidentales se repartían la “tarta africana” en pos de materias primas necesarias para su segunda revolución industrial, nosotros quedábamos “noqueados” con la pérdida territorial de ultramar. En el reparto del norte de África, Marruecos quedaría bajo influencia francesa, excepto su franja costera mediterránea hasta Larache en su costa atlántica por la presión británica para que los franceses no tuvieran control alguno sobre el estrecho, decidiendo que esa área geográfica marroquí quedara bajo nuestra influencia.
Esta división de Marruecos en dos zonas de influencia francesa y española, quedó formalizada en 1912 mediante la fórmula jurídica de Protectorado. En el nuestro, la estrategia seguida para su control quedó en entredicho con la derrota de Annual, tras la cual se inició un proceso lento, muy lento, para recuperar la iniciativa y poner fin de una vez por todas a esta guerra en el Rif (campaña militar de desquite o reconquista). En ella, después de recuperar gran parte del terreno perdido en julio de 1921, a finales de 1922 se produjo un parón en las operaciones, permitiendo nuestra inactividad ofensiva la reorganización y ataques rifeños a nuestras posiciones.
La llegada al poder del General Primo de Rivera en septiembre de 1923 supuso un cambio en el planteamiento de la solución al problema del Protectorado, con un repliegue estratégico en octubre de 1924 a la conocida como línea Estella o Primo de Rivera: en la zona oriental del Protectorado se mantuvo la línea alcanzada, pero en la occidental se replegaron las fuerzas a una línea que asegurara las comunicaciones entre las localidades de Ceuta, Tetuán, Tánger, Larache y Alcazarquivir. La operación más importante del repliegue en esta zona occidental fue la retirada de Xauen. Con ello se aseguraban las posiciones más importantes de nuestro Protectorado, abandonando las posiciones en el interior del territorio, de difícil mantenimiento por los problemas de apoyo logístico a las mismas, reduciendo con ello los efectivos desplegados y el número de bajas. Dejábamos aparentemente la iniciativa al enemigo, mientras se preparaba el ataque al objetivo clave para derrotar a los rifeños: Alhucemas, mediante una operación de desembarco en su misma bahía.
Envalentonado por nuestro repliegue, en abril de 1925 el líder rifeño Abd el-Krim cometió el error estratégico de atacar el Protectorado francés. La consecuencia de este ataque fue una alianza hispanofrancesa que se concretó con unas negociaciones en Madrid a finales de junio, y las reuniones en Tetuán el 28 de julio y en Algeciras el 21 de agosto de los máximos responsables militares de ambos Ejércitos en Marruecos, los Generales Primo de Rivera y Pétain, donde se decidió el desembarco de nuestras fuerzas en Alhucemas, complementado con el ataque de las fuerzas franceses a los rifeños desde el sur. Pero ya unos meses antes, el 30 de marzo nuestras Fuerzas Armadas habían llevado a cabo un desembarco a menor escala en Alcazar-Seguer (zona occidental del protectorado), en lo que pudo ser un ensayo del de Alhucemas.
Abd el-Krim, conocedor de la intención de desembarcar en Alhucemas, fortificó la bahía, y el 3 de septiembre de 1925, dos días antes de que nuestras tropas embarcasen en Ceuta y Melilla, atacó en la zona oriental nuestra posición de Cudia-Tahar, cuya caída hubiera dejado expedito el camino de sus fuerzas a Tetuán. Primo de Rivera decidió continuar con la operación de desembarco, y dio la orden de resistir a toda costa en Cudia-Tahar, que se cumplió heroicamente hasta recibir refuerzos una vez efectuado el desembarco.
A las seis de la tarde del 5 de septiembre, 9.300 soldados embarcaron en Ceuta, mientras 9.178 lo hicieron en Melilla la noche del 5 al 6 de septiembre. Las dos flotillas se reunieron ante Alhucemas al atardecer del día 6. Previsto el desembarco a las cuatro de la mañana del 7, tuvo que ser aplazado a la mañana del 8 por el mal tiempo. Minadas y fuertemente defendidas las playas en la Bahía de Alhucemas, el desembarco se llevó a cabo en las playas de Ixdain y la Cebadilla, al oeste de la Bahía, peor defendidas, pero menos adecuadas para desembarcar.
El día D concluyó con 12 muertos y 91 heridos, y dos aviones perdidos de los 40 que intervinieron ese día. Axdir, el cuartel general de Abd el-Krim, quedó a pocos kilómetros, pero se tardó semanas en tomarla. Fue la primera vez en nuestra historia en que operaron de forma simultánea y coordinada fuerzas de tierra, navales y aéreas de dos Naciones, España y Francia, bajo un solo mando unificado: el general Primo de Rivera. Se consolidaron las posiciones en tierra y, a partir de la primavera de 1926, desde Alhucemas, se llevaron a cabo operaciones que desembocaron en la derrota de Abd El Krim y condujeron a la pacificación de nuestro Protectorado, dando fin a esta guerra del Rif en 1927.
En el centenario del desembarco de Alhucemas, debemos sentirnos orgullosos de haber sido pioneros en las operaciones anfibias, creando doctrina. En Annual perdimos una batalla, en Alhucemas ganamos la guerra.
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