DESESCALADA ALMERÍA

Cuarentenas de ida y vuelta

  • El entrenador almeriense de fútbol-sala Sergio Mullor cumplió una de manera voluntaria al regresar a Hungría tras un fin de semana en España y otra obligatoria al volver a casa

El entrenador almeriense de fútbol-sala Sergio Mullor y su familia, en el aeropuerto antes de su regreso a España

El entrenador almeriense de fútbol-sala Sergio Mullor y su familia, en el aeropuerto antes de su regreso a España / Gergely Photographer Besenyei (Budapest (Hungría))

Aprovechó un fin de semana sin competición en Hungría para venir con su esposa, Teresa, y sus hijos Henar y Eric a España, concretamente a Málaga, para seguir disfrutando del fútbol-sala con la Copa que acabaría ganando el FC Barcelona. Pero a Sergio Mullor nadie podía decirle, a 8 de marzo, que en los próximos dos meses iba a pasar uno repartido en dos cuarentenas y otro confinado en su casa de Berettyóújfalu (Hungría).

Allí, la temporada estaba transcurriendo de manera extraordinaria para el equipo local que ha dirigido por tercer curso consecutivo este entrenador almeriense. 18 partidos de liga regular invicto con 16 victorias y dos empates, y los dos primeros partidos de las eliminatorias por el título saldados con nuevos triunfos. Una trayectoria prácticamente idéntica a la del año anterior, en la que el Berettyóújfalu terminó proclamándose campeón de la Liga húngara, invicto en la temporada regular y con una sola derrota en la final liguera, y campeón de Copa. Este año, solo un traspiés, precisamente en la final copera, y la ilusión de haber disputado la Liga de Campeones frente al subcampeón del año pasado y dos equipos más, uno de ellos ElPozo Murcia, clasificados para la Final Four de este.

Al llegar a Hungría el martes 10 de marzo, el colegio de sus hijos le pidió guardar cuarentena. Los casos de coronavirus estaban proliferando en España y en el país húngaro comenzaron a prevenirse. La Federación de Fútbol les recomendó también que se resguardaran unos días en casa. No era obligatorio, pero Sergio y su familia entendieron la situación y optaron por seguir las recomendaciones y pasaron una primera cuarentena de catorce días encerrados en su casa húngara, a la que se mudaron hace un año y medio en la que, afirma, ha sido su mejor decisión, tras haber residido el primero en Debrecen.

Desde casa, sin poder entrenar -prohibieron los entrenamientos esa misma semana-, seguía todas las novedades sobre la COVID-19 que se daban tanto en Hungría como las que le llegaban desde España. Desde la distancia tuvo que enterarse del positivo de su hermano Francisco, residente en Madrid, y a quien el coronavirus le pilló estando de visita en la casa familiar de Almería. Sergio le dejó las llaves de su casa en Aguadulce para que cumpliera allí su aislamiento y pudiera recuperarse, como afortunadamente así ha sido. Un amigo con el que pasó tiempo en Málaga también acabó dando positivo e incluso tuvo que ser ingresado. Por eso, cuando a los pocos días de regresar a Hungría le sorprendió una fiebre alta saltaron las alarmas. Por suerte, todo quedó en un susto y esta desapareció a la mañana siguiente.

Con medidas de confinamiento iniciales menos restrictivas que en España, Sergio y su familia pasaron el final de marzo, todo abril y comienzo de mayo en casa, a la espera de conocer si la competición de liga húngara se podría retomar en algún momento, al menos para dilucidar al campeón. Un mes largo en el que Sergio no ha dejado de trabajar en casa, visionando partidos, analizando equipos y jugadores y participando en algunas de las charlas técnicas que se han organizado a través de videoconferencia en nuestro país. También ha disfrutado de pasar más tiempo con la familia, algo que durante la temporada tiene más complicado, sorprendiéndose por el crecimiento a pasos agigantados de Eric (5 años) y por la tremenda facilidad para los idiomas de Henar, quien con 9 años se desenvuelve a la perfección en castellano, inglés y húngaro, está aprendiendo alemán y mantiene todavía recuerdos de árabe de la estancia de dos años de la familia en Catar con Sergio como técnico de la selección nacional de este país.

A primeros de mayo llegó la decisión de la Liga: no se reanudaría la competición. Con un contrato que la Directiva de su club le respeta hasta julio, desde la entidad le dieron también facilidades para poder regresar a España. A través de la embajada gestionaron su vuelta y desde mitad de mayo se encuentran ya en Aguadulce, donde, ahora sí por obligación, han debido de cumplir una nueva cuarentena de catorce días. La diferencia con aquella, explica Sergio, está en que entonces los niños, sobre todo la mayor, tenía miedo de viajar a casa y ahora ya hay más tranquilidad al estar más cerca de la familia.

Cumplidos los catorce días de la segunda cuarentena, ya han podido cumplir con las visitas. El reencuentro con familiares y amigos se produce “con muchas dudas, dan ganas de dar un abrazo porque llevamos mucho tiempo sin vernos, pero no sabes cómo afrontarlo y cómo pueden reaccionar. Más que nada, por respeto y conciencia social”, comenta Sergio al tiempo en el que cae en la cuenta de que esa responsabilidad ha hecho que siga pendiente de darle a su madre el beso del reencuentro tras la cuarentena de vuelta.

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