La tapia con sifón
Antonio Zapata
Pudieron ser estrellas, 4: Espronceda
La estación experimental Las Palmerillas, de Fundación Cajamar, se encuentra inmersa en la segunda fase de uno de sus proyectos más ambiciosos denominado Inversos. El estudio, basado en la construcción de un nuevo tipo de invernaderos completamente cerrado y otro semicerrado, complementa diferentes sistemas con el objetivo de extender los ciclos de cultivo hasta copar 11 meses al año y mejorar la eficiencia en la producción y en el uso de recursos reduciendo al mínimo la dependencia de fuentes energéticas no renovables, y a cero la generación de residuos no reutilizables.
El responsable del departamento de Tecnologías del Invernadero y uno de los responsables del proyecto, Juan Carlos López, comenta que el proyecto se dirige a "cultivos muy intensivos. Queremos pasar de las medias que hay en la zona de unos 10 o 12 kilos por metro cuadrado en tomate a más de los 35 que se podrían alcanzar con sistemas de trasplanting y CO2", además de con un "sistema de intercambiadores que mantiene unos niveles de temperatura adecuados en el interior de la superficie invernada, de 800 partes por millón".
Durante el día, los intercambiadores retiran energía del invernadero, enfriándolo para que la temperatura descienda y no haya exceso de calor. Este exceso se almacena en la parte superior de un tanque de agua, de manera que el agua caliente se acumula en el depósito. Durante la noche se realiza la operación contraria. Se coge el agua caliente almacenada en el tanque y se calienta el invernadero aumentando la temperatura. De esta manera, se desarrolla un sistema de intercambio de calor sin necesidad de utilizar combustibles de tipo fósil como el gasoil o el propano.
"En función del número de intercambiadores que posea el invernadero, seremos capaces de mantener unas determinadas condiciones de temperatura dentro del invernadero cerrado, evitando que se pierda CO2", explica el responsable.
Los primeros resultados que se están obteniendo en cuanto a control de clima son bastante positivos. "Desde diciembre hemos conseguido mantener en condiciones cerradas el invernadero, cosa que en Almería no se hace en ningún sitio normalmente".
Hasta ahora los investigadores han conseguido "controlar bien las condiciones de clima" a pesar de la "alta carga energética derivada del sol". A partir de ahora, con el aumento de las temperaturas y el crecimiento en altura del sol, posiblemente será necesario tomar algunas soluciones como "blanquear de forma suave el invernadero para reducir la carga térmica". Además, "en casos extremos en que se alcancen los 30 grados dentro del invernadero ya sí que habría que abrir ventanas para que no se dañe el cultivo".
Desde el punto de vista agronómico se están obteniendo cantidades de tomate "por encima de los 24 kilos por metro cuadrado y el tema de las plagas está más controlado que en otros invernaderos por ala condición cerrada del mismo".
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