La Meta es el Principio

José Luis Castillo Chaves

Acusar o acosar, cuestión de valentía

Todos, en un grado u otro, nos vemos sometidos a presión social y cedemos en un grado u otro

En una escena, la profesora pide a la clase, mostrando una carpeta verde que, si alguien llega tarde, cuando les pregunte digan que es roja. Efectivamente, un alumno llega tarde y se inicia la ronda de preguntas. El alumno ve que, aunque la carpeta es claramente verde, todo el mundo dice roja. En su turno, vacila un momento y, aunque la ve verde, dice roja.

Eso es presión social.

La presión social tiene origen en la evolución. Para mantener cohesionado al grupo preferimos aceptar el criterio colectivo antes que el propio en cuestiones que desconocemos o no entendemos como importantes. Al estudiante le daba igual si la carpeta era roja o verde, decir roja aunque fuera verde le ahorraría problemas.

Todos, en un grado u otro, nos vemos sometidos a presión social y cedemos en un grado u otro.

La presión social se puede usar para acosar. Para orquestar daño colectivo contra alguien. Es fácil participar en acoso. Ves a una masa social vociferante y sabes que, si te opones, su ira se puede volver contra ti y convertirte en víctima al identificarte con ella. Es normal ceder a la presión social. Cobarde, pero normal.

Te pongo un ejemplo: tantas y tantas personas criticando a Fernando Simón sin datos: por cobardía ante la presión social, porque preferimos asentir antes que cuestionar al que critica y no mirar si los datos son o no son. Seguro que tú puedes encontrar muchos más ejemplos.

Al realizar una acusación sería fácil preguntar por los datos que apoyan la crítica, la fiabilidad de sus fuentes, la relación con la pregunta que se hace no vaya a ser que estemos demostrando una cosa diferente de la que decimos, la existencia de datos alternativos igualmente fiables que no apoyen la conclusión, los vínculos de quien hace la crítica con intereses si es que sus datos son parciales…

Son preguntas tan sencillas que alarma que no se hagan de manera generalizada.

Todos llevamos dentro cobardía. Es cuestión evolutiva porque es adaptativa, porque la cobardía contribuyó a sobrevivir. Atreverse a llevar la contraria al grupo no es nada fácil. De eso se aprovechan los que nos prefieren marionetas, manipulables en vez de personas con criterio, los que nos usan como parte de un acoso, los que nos convierten en acosador o acosadora.

O los que nos prefieren callados y sumisos, incapaces de hacer crítica alguna, que también.

Pero, recuerda, acusar sin datos no es acusar, es acosar...

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