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Iván Garrido Jorquera

Almería Romana

01 de diciembre 2023 - 00:00

La Alcazaba de Almería, fortificación situada sobre una colina paralela al mar que llega a alcanzar cerca de un centenar de metros, es el emplazamiento que ha posibilitado, a lo largo de más de un milenio, la defensa de la ciudad surgida a sus pies. Tradicionalmente se afirmó que su origen, y el de la misma ciudad, era islámico, pero excavaciones arqueológicas realizadas en la última década, aún pendientes de su adecuada difusión, han acreditado un origen primigenio romano. Noticia extraordinaria que hace retroceder casi un milenio el nacimiento de Almería y de su fortaleza defensiva, aunque algunos autores ya habían aludido, desde hace más de veinte años a la influencia latina y a posibles asentamientos romanos en la zona. Precisamente a ese origen romano se refirió hace escasos días Antonio Gil Albarracín, miembro de la Real Academia de la Historia, en una conferencia dictada dentro de un ciclo de conferencias organizado por la Asociación Amigos de la Alcazaba. No en vano, el citado autor es una de las mayores autoridades en el sistema defensivo del sudeste español, cuyos conocimientos acreditan muchas de sus publicaciones, entre las que cabe destacar “Documentos sobre la defensa de la costa del reino de Granada (1497-1857)” y “Almería: La plaza de armas” publicados en 2004 y 2014 respectivamente. El presente artículo, tiene su base en esas obras, así como en la ya citada conferencia.

Sobre la Alcazaba, y desde el siglo XII en adelante, se conserva una extraordinaria planimetría que permite conocer su evolución durante buena parte de su historia, en que ha mantenido su función militar, reactivada en el siglo XV tras la incorporación a la corona de Castilla con la construcción de un moderno fuerte artillero que renovó su capacidad defensiva. Avanzado el siglo XX, y ya obsoleta la fortificación para albergar funciones militares, fue declarada monumento en 1931, dando comienzo unas actuaciones contradictorias, sin estudio histórico científico, ni seguimiento arqueológico. La Alcazaba fue sometida entonces a un desescombro bárbaro, a reconstrucciones historicistas, a labores de supuesto embellecimiento y a trabajos de mantenimiento, a menudo perjudiciales para la misma. En paralelo a este maltrato del conjunto monumental, y especialmente a partir de 1960, se inició un proceso sistemático de destrucción de la ciudad horizontal que había preponderado hasta entonces; de esa Almería horizontal sobre la que imperaba la colina de la Alcazaba, en pocas décadas no quedaría ni rastro. La verticalidad de los bloques de pisos, que en no pocas ocasiones desvirtúa la grandeza de muchos edificios históricos capitalinos dada su proximidad con ellos, deja patente esa tendencia urbanística tan poco sensible con el patrimonio histórico y artístico.

La sorpresa se produjo el año 2015 al ser excavada al pie de la entrada a la Alcazaba de Almería un tramo de muralla romana tardo imperial; un lienzo de muralla que posteriormente sería cubierto para asegurar su protección. No es este el único vestigio romano que se ha localizado hasta el presente; una balsa situada extramuros, junto a la muralla norte del primer recinto de la Alcazaba, fue excavada el año 2009. Su muro exterior fue deteriorado con anterioridad al instalar un foco para la iluminación del monumento. En un margen del manuscrito original de los “Annales Ianvenses”, conservado en París, en la Biblioteca Nacional, aparece un dibujo románico, junto al registro correspondiente al año 1147, probablemente trazado por el escribano encargado de redactar los citados Anales, acaso Macrobio, que posiblemente asistió a la toma de la ciudad y figura representado en el mismo manuscrito, recibiendo el dictado de los Anales correspondientes del cónsul genovés Cafaro. En ese documento, Almería muestra el aspecto que debió de presentar en el siglo XII desde el mar: planta aproximadamente rectangular, con la Alcazaba en el vértice superior izquierdo; junto a ella, la muralla de la Hoya que se eleva hasta el cerro de San Cristóbal, cuyo acantilado sobre la antedicha muralla se marca con una línea que se extiende hasta la marina; y en paralelo a ella, a su derecha, una muralla torreada hasta el vértice inferior derecho, donde enlaza con la muralla de la marina, y en la que desembocan: las califales que empleaban como fosos, casi siempre secos, las ramblas de la Chanca y la que bajaba por la calle de la Reina. El trazado, que refleja perfectamente el dispositivo defensivo de la plaza, se identifica con la leyenda “Almaria” latinización de la “Almariya” árabe. La representación de Almería, uno de los 80 dibujos de fortalezas, personas y adornos diversos de dicho manuscrito, es la síntesis más fiel de fortificaciones urbanas de las incluidas en el documento.

El siglo XXI ha mejorado criterios y líneas de actuación, pero la Alcazaba de Almería, aún sigue publicitándose como edificio exclusivamente islámico, error que supone la renuncia a las dos terceras partes de su historia, y carece de un plan director razonable, tras el rechazo de lo redactado hasta ahora, que realce su antigüedad y valores y, al mismo tiempo, oriente su gestión y actuaciones en el futuro, hecho que deberá de ser subsanado cuanto antes. A pesar del daño que muchas de las intervenciones sufridas en el pasado han causado a este y a otros monumentos, es urgente e inaplazable, la realización de informes elaborados por historiadores competentes y, asimismo, remunerados, como ocurre en el resto de las intervenciones en los B.I.C. (Bienes de Interés Cultural), en su mayor parte monumentos históricos. Estos informes deben de encuadrar, de una vez por todas y con criterio histórico científico, el carácter y el valor de cada monumento, para así evaluar correctamente las actuaciones que se deben realizar y la conveniencia de su ejecución; en definitiva, para disponer de criterios históricos solventes que iluminen planes de actuación adecuados, propuestos por equipos interdisciplinares remunerados, en los que también haya integrados historiadores, a pesar de que hasta ahora, de forma incomprensible, su presencia no está contemplada por las legislaciones nacional y autonómica en vigor.

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