L a señora llegó a la farmacia manifiestamente alterada, inmersa en eso que se conoce comunmente como 'ataque de ansiedad', cosa seria para aquel que lo sufre, quien llega a creer que va a morir en el trance. Sucedió que, el día anterior, el médico le había recetado un inhalador para sus problemas de asma pero, lejos de mejorar, se sentía asfixiada y 'muerta' de miedo. "Mira lo que me habéis dado", le espetó a la farmacéutica con un aire de reproche y casi entre sollozos. La boticaria no alcanzaba a entender qué problema había con el inhalador que ella misma le había dispensado. "Mira lo que pone ahí", espetó la usuaria, señalando el nombre del laboratorio fabricante de la medicina. Ya sí lo entendió la farmacéutica, que se afanó en intentar tranquilizar a la señora, repetirle que no pasaba nada, que no se iba a morir, y que si hacía un esfuerzo por tranquilizarse, todo iría mejor. El inhalador de marras lo fabrica Astra Zeneca, ese 'coco' demonizado por nuestros nefastos políticos de 'elite', y convenientemente amplificado por sus terminales mediáticos. Y luego presumen de perseguir las 'fake news'. Son unos indecentes.

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