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Ángel López Moya

Los cementerios musulmanes

23 de febrero 2024 - 00:00

Lo he dicho muchas veces y lo digo una vez más: estoy en contra del incumplimiento de las leyes, incluso de las que están mal hechas. Hasta que no sean derogadas hay que cumplirlas, nos gusten o no. La solución no es ningunearlas, ni guardarlas en el baúl de la Piquer, donde parece ser que, por su volumen, cabía todo; para eso nos hemos dado un Parlamento y unos parlamentarios, para que las leyes mal hechas, como la del “Solo sí es sí” las deroguen, las modifiquen o promulguen leyes nuevas. Por eso estoy también en contra de la inmigración ilegal, porque va contra la ley. A pesar de los años transcurridos, aún recuerdo que “delito o falta son las acciones u omisiones penadas por la ley”. Si queremos que entren en España por tierra, mar o aire todos los que buscan una vida mejor, levantemos las barreras de las aduanas y retiremos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que las custodian. Por si hay alguna duda, apunto que soy hijo de emigrante, pero a mi padre vinieron a captarlo desde Málaga a principios del siglo XX, porque necesitaban mano de obra en todos los países americanos y naturalmente lo recibieron con los brazos abiertos en Brasil. Las medias tintas son signos de debilidad, de falta de autoridad de desidia y de todo a la vez. La tibieza en los gobernantes es síntoma de ineptitud y por tanto los incapacita para ejercer el mando.

El sentimiento de caridad para los que vienen en pateras, no puede ni debe ser un sentimiento colectivo. La caridad debe ser personal y anónima. La Iglesia lo dice muy claro: “Guardaos de hacer las obras buenas en público solamente para que las vean, de lo contrario no os recompensará vuestro Padre del cielo” (San Marcos 6,1) Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Es posible que los haya, pero yo personalmente no conozco a ningún simpatizante, de los que llegan en pateras, que los acojan en sus hogares. Vivimos en una época en que es necesario hablar claro, sin ambages ni ambigüedades y siempre actuando con responsabilidad.

En la provincia de Almería actualmente viven 133.158 musulmanes, casi concentrados en dos zonas bien definidas: la de Poniente en torno a El Ejido y la de Levante con cabecera en Níjar, de los cuales unos 50.000 son españoles. Este dato es de hace casi un mes y por tanto puede haber aumentado en algunos cientos, colaborando en ello el alto índice de natalidad de estos inmigrantes y las pateras que diariamente siguen llegando a nuestra provincia por el Mar de Alborán. Mohamed Benaicha, presidente de la asociación Alijlase se ha unido con Khalid Fakiri secretario de la Comunidad Musulmana de Campohermoso, para pedir a la administración que se haga un cementerio público para musulmanes exclusivamente. Me parece una petición inaceptable, porque los cristianos de todas las ramas, ateos y agnósticos no nos oponemos a que los musulmanes sean enterrados en los cementerios civiles de nuestras ciudades. Son ellos los que no quieren juntar sus cadáveres con los nuestros, porque nos consideran impuros. Caprichos no. Sé que a los musulmanes los entierran sin ataúd envueltos en sudarios blancos y de medio lado, estando apoyado en el suelo su costado derecho y por supuesto mirando a La Meca. También sé que los difuntos son bañados por los hombres mayores de la familia y si son mujeres hacen lo mismo las mujeres; merece todo mi respeto sus inalterables costumbres al paso de los siglos. Lo de obligarlos a enterrarlos en ataúdes, aún se podría consensuar, siempre que no suponga ningún problema de contaminación y salubridad, lo cual debe decidirlo nuestro Ministerio de Sanidad Consumo y Bienestar Social. En España de momento no están autorizados los entierros sin féretro. Tampoco están autorizadas las cremaciones de cadáveres, pero eso es por parte de la ley islámica, que es muy respetable. De todas formas los musulmanes no piden nada nuevo, puesto que en España ya hay 42 cementerios musulmanes repartidos en 27 provincias. Otra costumbre que tienen los musulmanes con los muertos, es la de igualarlos a todos, sin ostentación con grandes mausoleos; ponen una simple lápida plana con una inscripción sencilla. Esta costumbre no me parece mal, porque la muerte nos iguala o nos debería igualar a todos. En el desierto he visto gran cantidad de enterramientos aislados, sin más señas que unas cuantas piedras colocadas encima, incluso en lugares donde éstas había que arrancarlas del suelo con gran esfuerzo.

España ya cuenta con unos 1800 oratorios (mezquitas y oratorios) repartidos por nuestra geografía. En San Isidro (Níjar) en el paraje de Las Almenas se está construyendo la mayor mezquita de la provincia, con una superficie de 1000 metros cuadrados sobre una parcela de 8000 m. Su nombre es Mezquita Almuhseneen.

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