Caciquismo en Macael (1895-1930)

En Macael figura como alcalde del pueblo a final del siglo XIX Antonio Ortiz, considerado como el principal cacique autóctono

Esta semana he elegido la villa de Macael y una época que comenzó con el fin de la Primera República y continuo con el periodo de la Restauración de 1871, basada en el en el turno de partidos, caracterizado por una política caciquista, donde abundaron las desamortizaciones, que en ningún momento lograron redimir al obrero. Refiriéndonos al caso de Macael, ocupaban la elite caciquil los diputados a Cortes, que a su vez estaban en contacto con los caciques provinciales y locales y estos últimos extendían sus poder mediante una red clientelar local unida, a veces por lazos de parentesco, a veces por lazos de amistad; en la base de la pirámide, la mano de obra barata, formada por peones, medianeros, renteros, que además estaba condicionados por el voto, en pos, a la larga, como medio de obtener algún favor, con la finalidad de resolver algún problema. En Macael figura como alcalde del pueblo a final del siglo XIX Antonio Ortiz, al que podemos considerar como el principal cacique autóctono. Ante la óptica de las desamortizaciones del siglo y bajo el Real Decreto 17 noviembre de 1897, surge la posibilidad de vender los bienes comunales donde radica el mármol, a lo cual se niega, alegando al Gobierno Civil un gran daño para el pueblo, ya que son terrenos de uso común, dedicados a pastos y leñas para aprovisionamiento del vecindario, cuestión que parece contraria a su posición de poder, ¿Por qué lo hace? La razón se debe a la subasta del monte comunal que se hacía anualmente, y que dejaba suculentos ingresos que se cobraban bajo un arbitrio municipal; tras algunas revueltas laborales, y en pura pugna del alcalde en la subasta de las canteras, por un periodo de veinte años, con José Martínez Cruz, conocido como el Rematante, es este último el que consigue la operación, que respondía a un procedimiento encubierto de privatización por parte de los caciques de del ayuntamiento, buena prueba de ello la da el secretario del ayuntamiento, cuñado del alcalde, en complot con el Rematante, informo a este de la puja de Antonio Ortiz, a cambio de que lo hiciese contable de su empresa, con lo cual gano la subasta apostando una peseta más, para después no cumplir lo pactado. Son evidentes los numerosos intríngulis entre caciques y familiares, un buen ejemplo de ello la da Antonio Martínez Cruz, familiar del Rematante, muy amigo de Antonio Ortiz con el que termino enemistado por un terreno (La Hoya de Cristo); además no faltan interdictos al ingeniero del gobierno acusado de favorecer al Rematante; en definitiva, con los que menos honores ganaban era con los obreros, que tenían un concepto, más bien malo del cacique, cobraban una gorra de higos, gorra de la que se despojaban en señal de saludo, cuando se cruzaban con alguno de ellos por la calle.

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