República de las Letras

Casado y Feijóo

Una desviación del PP hacia posiciones extremistas no haría más que ayudar al auge del neofascismo

Casado ha sido el tercer presidente fallido del PP. Fallido en el sentido de que no ha llegado a La Moncloa, que es el objetivo máximo del cargo. Los otros dos fueron Fraga, que, ante las manifiestas limitaciones electorales de su herencia franquista, tuvo que pasar el testigo a Aznar y refugiarse en Galicia, y Hernández Mancha, que nunca tuvo posibilidades de gobernar y fue finalmente, como Casado, víctima del propio organigrama del partido. Por el contrario, en el PSOE, todos los secretarios generales han sido presidentes del Gobierno, excepto Rubalcaba. El PP ha tenido solo dos presidentes del Gobierno, Aznar y Rajoy. El PSOE, tres, Felipe González, Zapatero y Pedro Sánchez. Cuando el pueblo español ha sentido que la Democracia en España estaba en peligro, ha recurrido a los socialistas. Esto ha ocurrido en dos ocasiones: cuando el golpe de Estado de Tejero, Milans y Armada, y cuando los atentados yihadistas de 2004 y la subsiguiente mentira del PP atribuyéndolos a ETA. En el primer caso, gobernó Felipe; en el segundo, Zapatero. No se sabe la orientación final que dará Feijóo a su partido. La designación de Gamarra como secretaria general no es buena señal. Pero la trayectoria y el talante del nuevo presidente de la derecha infunde esperanzas de que el PP se convierta de una vez en ese partido de centro derecha que la Democracia española ha necesitado siempre, un partido moderado, alejado del insulto y la descalificación, con propuestas de futuro para el país. Un partido con sentido de Estado en estos momentos en que la guerra está llamando a las puertas de Europa y pone en peligro la estabilidad económica y política de todos los estados miembros. Una desviación hacia posiciones extremistas en aras a contrarrestar el auge de la ultraderecha, no haría más que ayudar a ese auge del neofascismo en España: una parte del electorado se decantaría por votar a los originales, con lo que el avance del neofranquismo sería inexorable y nefasto para nuestra Democracia. Sería poner en peligro las libertades que hemos conseguido durante las últimas cuatro décadas. Sería volver a las cavernas.

Bien, y ¿qué hace, mientras, la izquierda? Pues lo de siempre: dividirse. En Andalucía se ha iniciado un movimiento de unidad del que enseguida se ha desmarcado Teresa Rodríguez. Y ya hemos visto lo ocurrido con el asunto del Sáhara. Pero hablaré de la izquierda en otra ocasión.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios