La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
LA caza furtiva de pájaros cantores amenaza gravemente la desaparición de algunas especies, como es el caso del jilguero, que apenas se ve ya anidar en los campos almerienses. Nuestro "colorín" ha sido, desde tiempo inmemorial, el más buscado y apetecido por los aficionados; tanto por su rico colorido como por su amplio y diverso repertorio musical. Su persecución en las últimas décadas ha batido todos los record;hasta tal punto, que las capturas no se realizan solamente en los periodos permitidos por el reglamento de caza;sino que se extienden, para los furtivos, durante todo el año. No es de extrañar, por tanto, que la población dejilgueros haya disminuido tan considerablemente y que las alarmas se estén disparando.
Dederían tomarse medidas más rígidas y eficaces con el fin de evitar el exterminio de nuestro pájaro más emblemático. Son muchos los peligros que le acechan. Además de los insecticidas, pecticidas y otros productos químicos que le ocasionan la muerte, se unen las ansias incontroladas de sus captores que llegan a convertir la afición en un negocio de "pacotilla" que se practica de forma descarada.
Habrían de protegerse las zonas claves donde se encuentran y anidan y no permitir en ellas el ejercicio lamentable de atraparles. Prohibir modalidades como la red en los parajes y periodos de sequía donde no tienen ninguna defensa ante la escasez de agua. Que se entienda esta actividad como un ejercicio tan difícil que pocos pudieran practicarlo... Así, garantizaríamos la vida de los colorines y de otros pájaros como los verdunes, pardillos, chamerines y cómo no la del rey de todos los cantores , nuestro ruiseñor, que también perecerá.
Si se evitaran las capturas no tendríamos la necesidad de enjaularles para oirles y disfrutar de su canto. Lo tendríamos asegurado por doquier sin alterar el hábitat y la naturaleza.
Usemos la cordura y reflexionemos para que nuestros entornos sean naturales; los más naturales del mundo; tan naturales, como es entender el derecho a la vida de todos los seres vivos, gozando de los encantos que nos aportan sin necesidad de eliminarlos. Entonces, aprenderemos a ser personas y no seres desnaturalizados caminando hacia el suicidio.
Cultivemos la sensibilidad y amemos la naturaleza. Si la seguimos agrediendo, nos haremos un flaco favor que terminará pasándonos factura.
Respetemos al "colorín" y el ratón que se entienda con el gato.
La madre naturaleza sabe más que todos nosotros y de la misma forma que nos trae nos lleva; sin distinguirnos... Pensémoslo.
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