LAS elecciones para decidir la composición de la nueva Corporación municipal se habían realizado hace unos días de aquel último año del siglo. Contra todo pronóstico el Partido Popular había perdido la mayoría absoluta y comenzaban las negociaciones para lograr un pacto de gobierno. Los dos grupos, PSOE e IU, nos sentamos a negociar en una pequeña sala de un hotel de la capital. Ante mi, aquel antiguo alcalde, al que algunos creíamos acabado, y que ahora podía revalidar la opción de repetir hasta completar nada menos que dieciséis años de gobierno. Los programas puestos sobre la mesa se discutían con buen entendimiento y en varias reuniones se completó el acuerdo. Santiago parecía no prestar demasiado interés. Permanecía mucho rato callado, escondido tras sus cigarros continuos que llenaban de humo la habitación. Tardé en entender, que era todo lo contrario. Ponía la atención mas que en el papel de los acuerdos, en observar minuciosamente todos los detalles que captaba de nosotros. Con un carácter genuino, criado en aquella Almería de los barrios de nuestra juventud, ese chico menudo al que querían tanto las vecinas, era muy habilidoso jugando al fútbol y sabía de sobra que un buen regate podía facilitarle la victoria. Lo demás vendría después, día a día, durante cuatro años. Gobernamos, teníamos trabajo suficiente, y en su realización fuimos trabando amistad. Acertaba la oposición cuando muy maliciosa y de forma reaccionaria nos calificaba de matrimonio. Detectaban, y eso los desesperaba, nuestro buen entendimiento político. Todos los observadores de aquella época conocían que el alcalde tenía mas problemas con algunos miembros de su partido que con los concejales de IU. Tuve su máxima confianza en toda mi labor. Y el reto de los Juegos Mediterráneos, donde nos correspondió realizar casi todas las obras, lo logramos con una sensata planificación, que lejos de parecerse a otros eventos de esta especie, dejaron para la ciudad excelentes equipamientos públicos y arcas municipales llenas de beneficios. Sus principios políticos eran inequívocamente de izquierdas. Después de 35 años de historia política de nuestra ciudad, se constata que fue el único alcalde que aglutinó lo que ahora se llama " la convergencia de las izquierdas". Gracias Santi.

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