La otra mirada

Ruth García Orozco

Gwen Olsen

A través del oráculo de YouTube he tenido acceso a las declaraciones de una mujer, Gwen Olsen, antigua trabajadora de la industria farmacéutica en EEUU, de la que salió en el 2000. Ha publicado un libro que en inglés lleva el título de "Confessions o an Rx Drug Pusher", que podía traducirse como "Confesiones de una camella de drogas con receta", dado que en inglés la palabra droga sirve para designar también los medicamentos, y creo que con buen criterio. Les invito a verlo a través del link http://www.youtube.com/watch?v=wIWuEAFlg1Y. Olsen fue testigo de los efectos que estas drogas producían cuando su sobrina, medicada con antidepresivos como consecuencia de un accidente, se suicidó quemándose viva cuando no fue capaz de superar su adicción a los mismos. Esto y otras experiencias personales la hicieron despertar, salir del sistema y denunciarlo con voz firme.

Ella afirma que, en contra de lo que podríamos en lógica pensar, el sistema farmacéutico no se basa en el negocio de la salud y la curación, sino en el del mantenimiento de las enfermedades y gestión de sus síntomas. No se trata de buscar la cura a los grandes problemas sanitarios de nuestro tiempo puesto que esto sería el fin de su negocio. En particular, y refiriéndose a los antidepresivos, los define como "sustancias que consiguen que los pacientes sigan siendo usuarios de la industria farmacéutica de por vida, dado los graves síntomas de abstinencia que se producen cuando se intentan dejar", y eso creo que lo sabe cualquier persona que haya tomado antidepresivos, ansiolíticos o antipsicóticos. Nadie dice, por ejemplo, que hacer ejercicio, llevar una vida sana y tener hábitos alimenticios saludables tienen efectos más beneficiosos para salir de la depresión que los propios medicamentos.

En otra entrevista denuncia los terribles efectos en los niños porque, según asevera, son más vulnerables a los efectos secundarios debido a que sus órganos están aún desarrollándose: "Reaccionan tres veces más a estas drogas que un adulto", denuncia. Olsen deja además para la reflexión una idea especialmente significativa por su pasada vinculación a la industria: "Hay importantes incentivos económicos para sobreprescribir estas drogas". A lo que añade: "Son un mecanismo de control social".

Que cada cual saque sus propias conclusiones. Es evidente que estamos inmersos en un sistema en que hemos delegado la responsabilidad de nuestra salud en otros, y queremos soluciones mágicas a través de píldoras que nos quiten el dolor sin esfuerzo. Eso no existe sin un precio que pagar: nuestra verdadera salud interna.

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