Fernando Martínez

In memoriam a Santiago Martínez Cabrejas

LSe nos ha ido Santiago Martínez Cabrejas, primer alcalde de la democracia restaurada, un buen socialista y un gran compañero. Con él hemos compartido compromisos y esperanzas por lograr una Almería mejor. Su marcha nos deja tristes a la familia socialista y creo que al conjunto de la ciudadanía almeriense. Sin embargo, su cercanía, su amabilidad, su integridad, su austeridad, su capacidad de sobreponerse a los momentos duros, su amor por Almería queda entre nosotros como su mejor legado. Ayer estuvimos con Antoñita y sus hijos, muchos compañeros y compañeras del PSOE, muchos amigos, los trabajadores y funcionarios del Ayuntamiento, muchas gentes de las Asociaciones Vecinales, Culturales y Deportivas para recordarle y hablar de él. Santiago ha sido un hombre honesto, bueno, muy querido por las gentes sencillas de esta ciudad, un socialista que luchó en este mundo injusto por hacer el bien. Creyó en los valores democráticos y en las ideas del socialismo y su vida ha estado marcada por los principios que entroncan con la mejor tradición democrática de la España Contemporánea.

Amante del deporte desde bien joven, estudió derecho y pronto lo vimos defendiendo a los trabajadores como abogado laboralista de la UGT en aquellos años de la transición en los que había que luchar por asentar las libertades y la democracia en nuestro país. Lo conocí cuando fue elegido primer alcalde democrático de la ciudad de Almería en aquel pacto suscrito entre el PSOE, el PCE y el PSA con el que echó a andar la vida democrática local. Fui con Juan Pérez Pérez y José Miguel Naveros a contarle que el Ayuntamiento Democrático debía restablecer el Homenaje a los Mártires de la Libertad, "Los Coloraos", como una de las más señeras tradiciones progresistas de la ciudad de Almería. Rápidamente captó la idea y se iniciaron actos modestos, que se catapultaron en 1988 cuando tuve la oportunidad de ser su colaborador como Concejal de Cultura y se inauguró el monumento a aquellos liberales que dejaron su vida en 1824 por defender la Libertad y la Constitución. Santiago como alcalde supo darle al Ayuntamiento la impronta de cercanía, la ilusión de que la política era útil para las personas. Encarnó como nadie los aires nuevos que traía la democracia y se hizo querer por todos los almerienses. Cuando tuve el honor de pertenecer a su equipo municipal, entre 1987 y 1991, me dejó asombrado la firmeza en la defensa de la igualdad para que no hubiera almerienses de primera y de segunda, su interés por dar equipamientos e infraestructuras a nuestros barrios, en compactar urbanísticamente la ciudad para que todos los almerienses gozaran de los mismos servicios al margen del barrio donde hubieran nacido. Gracias a su trabajo y al de sus equipos se diseñó e inició el cambio hacia una nueva ciudad, moderna, que otros tuvimos posteriormente la oportunidad de continuar. Pero sobre todo me asombró su proximidad con la gente y el cariño que despertaba entre las capas trabajadoras y sencillas. Aquel afán por la igualdad, valor fundamental del socialismo, se concretó en un importantísimo diseño de los Servicios Sociales Comunitarios para que los almerienses más necesitados estuvieran permanentemente atendidos por su Ayuntamiento. Santiago ha sido un compañero que desde el Derecho dio el paso al compromiso político para militar en el PSOE, constituyendo uno de los principales referentes del socialismo almeriense de las últimas décadas. Ha sido un apasionado defensor de Almería y de su gente. A ello ha dedicado gran parte de su vida. Su paso por la Alcaldía durante 16 años supuso un salto cualitativo de nuestra ciudad. Fue el aire fresco que necesitaba Almería y allí se ganó el aprecio y el cariño de todos los almerienses que hoy sentimos profundamente su muerte. Su recuerdo es imborrable. Ha sido un honor para mí haber sido su colaborador durante unos cuantos años. En este momento de tristeza quiero decirle a Antoñita y a sus hijos que pueden sentirse orgullosos de su padre, de su trayectoria, de su cariño por todos ellos, del cariño que le tiene y le ha tenido la gente de Almería, pero también tienen que sentirse orgullosos de sus ideales.

Santiago no se va del todo. Queda su obra, queda su ejemplo de entrega, queda el cariño que ha sabido acrecentar entre nosotros. Y aunque hoy es un día difícil para todos sus amigos y compañeros, le vamos a recordar con una inmensa alegría por haber tenido la suerte de conocerlo y compartir una parte de nuestra vida con él

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