José Miguel Ponce

Jóvenes para mejorar el mundo

Desde mi experiencia

Tengo que aclarar que cuando pienso en los jóvenes, no me refiero a la edad sino al espíritu y actitud de todas las personas

04 de agosto 2023 - 00:00

En estos días se está celebrando la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa. Este encuentro de miles de jóvenes de todo el mundo, creyentes o no, se clausura el domingo día 6 con una misa con el Papa, que espera ver “una semilla del mundo del futuro. Un mundo donde el amor esté en el centro, donde nos podamos sentir hermanas y hermanos. (…) Un mundo que no tenga miedo a testimoniar el Evangelio. Un mundo con alegría, porque los cristianos si no tenemos alegría, no somos creíbles, no nos cree nadie”.

He estado pensando en los jóvenes, asistentes o no a ese encuentro, que deberían impulsar un mundo más justo y humano, “donde el amor esté en el centro, donde nos podamos sentir hermanas y hermanos”. Por eso, voy a sugerir algunas cualidades que, en mi opinión, deberían tener para que al mejorar ellos mismos, ayuden a mejorar a todas las personas de su entorno.

Tengo que aclarar que cuando pienso en los jóvenes, no me refiero a la edad sino al espíritu y actitud de todas las personas que se sienten jóvenes, como es mi caso que he superado los 70. Por ejemplo, han de ser optimistas. El optimismo es una actitud caracterizada por la tendencia a descubrir más lo positivo que lo negativo y a ver o esperar lo mejor, a pesar de las apariencias.

Quiero manifestar mi admiración hacia esos jóvenes silenciosos y fascinantes que han sabido integrar la sexualidad en un proyecto personal a largo plazo, sin dejarse seducir por la visión trivial y precoz que les quieren vender los mercaderes del sexo. A esos jóvenes que nadan a contracorriente les llamo salmones. Escaparon sabiamente del absurdo lema imperante «fotocopio, luego existo». Esos jóvenes, no debería olvidar que dedicar mucho tiempo a ver series, a las redes sociales, a los videojuegos y otras adicciones, les aleja de su realidad sin cultivar ninguna reflexión, les impide conocerse, crecer o fortalecer su voluntad tan necesaria para acometer las cosas grandes de sus vidas. El vivir siempre dentro del ambiente de diversión puede indicar una huida de la realidad (del trabajo, los estudios, la familia, etc.). Así se dificulta el desarrollo personal y profesional. Para terminar estas breves consideraciones, me dirijo a todos los jóvenes que lean este artículo, para pedirles que completen lo que digo. Habría que hablar de la amistad, del trabajo, de la diversión, de saber querer y cómo sentirse querido, del sentido de la vida y de muchas cosas más. Me tenéis a vuestra disposición en jmiguel.ponce@gmail.com.

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