La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
MUCHO antes de que Nocilla y Nutella se disputaran las cosechas de aceite de palma, Mantecober entró a formar parte de las meriendas de los niños españoles de la posguerra. Ignoro los ingredientes de aquella pasta de color chocolate, pero sí tengo un vivo recuerdo de su publicidad. Situémonos: a finales de los años cincuenta, en la puerta de La Salle, un puñado de críos esperan la hora de entrada sentados en el muro de la rambla. En esto que pasan por la acera dos hombres de muy distinta complexión con sendos guardapolvos de color caqui. Cuando rebasan a la patulea de preadolescentes, en sus espaldas se pueden leer los siguientes mensajes: "Yo tomo Mantecober, alimento vitaminado completo", reza en la amplia espalda del grande, mientras que el pequeño exhibe un escueto: "Yo no".
No sé, ya digo, de qué estaba hecho, entonces no era obligatorio poner la composición en los envases y por más que he buscado por esas redes del demonio no la he localizado. A tenor de los chocolates de aquellos años -Kitín y Tárraga, ambos duros y terrosos- no es probable que tuviera cacao trinitario ni cosa parecida. Tampoco sé si se usaba ya la grasa de palma que hoy es un componente fundamental en las Nocilla y Nutella. Teniendo en cuenta que las consumen mayormente niños, y que este aceite, a pesar de ser vegetal, está cargado de grasas saturadas y de colesterol, flaco favor hacemos a la salud de sus tiernos organismos. También llevan aceite de palma (o de coco, otro que tal baila) otros muchos productos de bollería, fritos y chuches. Los populares nachos la llevan. Todos. No he encontrado ninguna marca que use otra grasa.
La salud, con ser tan importante, no es la única dañada por este baño de aceites de coco y palma. La deforestación y el cambio de las agriculturas tradicionales por monocultivos, traen sequía, hambrunas y explotación de las poblaciones indígenas de muchos países del tercer mundo. La industria alimentaria es así de humanitaria y solidaria: quiere darle de comer a la mayor parte de la población sin pedir a cambio más que unos céntimos de beneficio. Pero no hay que preocuparse, cuando los niños de hoy sean obesos, diabéticos, hipertensos…ahí estarán los seguros médicos y los laboratorios farmacéuticos para aliviar sus dolamas por otros pocos céntimos.
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