Memoria comprensiva

El valor atribuido a la memoria es objeto de interés cuando se considera qué y cómo debe enseñarse

Aunque las diarias vicisitudes de la pandemia, los desahogos del "toque de queda" y el abre y cierra de los perímetros acaparen interés -también indiferencia por la saturación y la "fatiga"-, hay más cuestiones que pasan un tanto desapercibidas por más que tengan bastante alcance. Juan de Mairena, el machadiano y ficticio profesor, propuso a uno de sus alumnos que pusiera en lengua poético "Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa", a lo que el aventajado discípulo respondió: "Lo que pasa en la calle". Aplicación retórica aparte, una reforma educativa -otra más en la extensa, permanente e inestable secuencia de las mismas, al albur de las alternancias gubernamentales- no suele ser materia de conversación popular. Si bien, no pocos "flecos" que tienen que ver con ella sí interesan o se prestan de mejor modo a la disparidad de pareceres. Es el caso, por poner una muestra, del valor atribuido, o quitado, a la memoria como facultad que facilita la retención y el recuerdo.

Cuestión relacionada con dos grandes preguntas, aunque se formulen escuetamente y en una: ¿qué se enseña y cómo se enseña en los centros escolares? A la primera se responde con los contenidos y a la segunda con los métodos. Los primeros crecen en demasía, principalmente porque cada vez más se convierten en materia escolar asuntos que destemplan la organización social. De modo que, a la postre, se delega a la escuela una encomienda, o se le atribuye un protagonismo, que debería ser bastante más compartida. Los "temas transversales" abigarran, por ello, un cajón de sastre, y su "enseñanza" es compartida con los aprendizajes o las "materias instrumentales", sin que los tiempos puedan estirarse.

Y los métodos, las formas de enseñar, no están exentos de cierta simplificación argumentativa, cuando no de directas atribuciones ideológicas. Piénsese, así, en la importancia atribuida al esfuerzo, en la defensa del aprendizaje lúdico o, como es el caso, en el valor de la memoria como sostén del conocimiento -por no entrar en la naturaleza de este último-. Cierto que la memoria acumulativa, para regurgitar lo retenido y "sacar nota", sin que ese conocer memorístico se afiance, carece de validez relevante. Si embargo, la memoria comprensiva faculta y capacita para el logro de aprendizajes fundamentales. Y su adquisición, más allá de nemotecnia y retención, conlleva una valiosa interiorización de los conocimientos.

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