Oleaga en la memoria democrática

En presencia de su hermano Jose María, a Juan, en septiembre de 1971 se le erigió en su memoria una estatua en el distrito bilbaíno de Erandio

Un día de marzo de 1979, cuando a primera hora de la mañana el Presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Vizcaya, D. Jose María Maderal Oleaga, se dirigía andando a su trabajo en Iberdrola, unos encapuchados salieron a su encuentro y le vaciaron varios cargadores a quemarropa, al más puro estilo cobarde al que acostumbraban los valientes gudaris etarras. Hoy, cuarenta años después, ningún asesino de ETA ha pagado por este crimen, ni sus cómplices en las Instituciones han pedido perdón. Jose María había servido en las filas de La Legión y era el hermano mayor de Juan, que siendo Caballero Legionario raso, ha sido el último laureado de la Legión. La laureada (Cruz Laureada de San Fernando) es la más importante condecoración militar en nuestra Nación, creada mediante Decreto de 1811 en las Cortes de Cádiz y convalidada por Real Decreto de Fernando VII en 1815. Su nombre hace referencia al Rey Fernando III de Castilla.

En tanto José María murió a traición, sin darle la oportunidad de defenderse, su hermano Juan murió a los veinte años en acción de guerra el 13 de enero de 1958, cuando avanzaba con la Tercera Sección de la Primera Compañía de la XIII Bandera de La Legión en las proximidades de Edchera, en el marco de la guerra Ifni-Sahara de 1957-58. Juan, junto a su Jefe el Brigada Castromonte, defendió su posición frente a un número elevado de enemigos marroquíes, sufriendo ambos numerosas heridas y siendo rematados a golpes de fusil y machetes. Por esta acción, a ambos se les concedió la laureada, al Brigada en 1960 y a Juan en 1965.

En presencia de su hermano Jose María, a Juan, en septiembre de 1971 se le erigió en su memoria una estatua en el distrito bilbaíno de Erandio, de donde era natural. Eran años de dictadura, y la inauguración de su estatua no estuvo exenta de polémica por la presión de ETA, que intentó boicotear el acto distribuyendo hojas clandestinas alegando que Juan había luchado en la guerra civil matando vascos (cuando entonces era un recién nacido).

Con el fin de la dictadura, en octubre de 1976 intentaron destruir la estatua colgando de uno de sus brazos una bolsa con un artefacto explosivo, pero fue retirada a tiempo por la Guardia Civil. En 1979 consiguieron el objetivo de silenciar a Jose María, acabando con su vida, y siguieron intentando destruir la estatua de Juan, hasta que una madrugada de agosto de 1980 lo consiguieron aprovechando las fiestas de San Agustín, arrancándola de su emplazamiento y arrojándola a la ría de Bilbao. No hubo testigos del hecho a pesar de que esta es de cuerpo entero y tamaño natural, fundida en bronce, de unos ochocientos kilos y que en las inmediaciones se encuentran las dependencias de la Policía Municipal de Erandio.

Por fin, los etarras habían conseguido el objetivo de acabar con la vida y la memoria de los 2 hermanos legionarios, con el silencio cómplice de una sociedad cobarde.

En 1982 miembros de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios vizcaínos recuperaron la estatua del fondo de la ría, siendo colocada en el Acuartelamiento Soyeche, en Munguía, sede del Regimiento de Infantería Garellano nº 45, añadiéndole en su base una placa con la siguiente leyenda: "Al heroico legionario Juan Maderal Oleaga, muerto gloriosamente en la acción de Edchera (Sahara español), el 13 de enero de 1958" / El odio lanzó esta estatua a la ría bilbaína mutilándola y arrancándola de su monumento en Erandio / Fue erigida de nuevo tal y como fue rescatada el 20 de septiembre de 1982". En la actualidad, la estatua se encuentra en lugar destacado en la Plaza de Armas de la Base "Álvarez de Sotomayor", en Viator, sede de la Brigada de La Legión.

A veces la condena al olvido sólo consigue el efecto contrario, como ocurre en el caso del Caballero Legionario Juan Maderal Oleaga, porque además de rendirle homenaje a él y al Brigada Fadrique en los acuartelamientos de La Legión todos los años en la fecha del combate de Edchera (14 de enero), uno de los Grupos del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra lleva su nombre, manteniendo con ello viva su memoria, y con él, la de su hermano.

Levantamos estatuas y derribamos otras. Unas se emplazan en grandes avenidas o en parques y paseos, y otras hay que esconderlas. Esperemos que en base a la memoria democrática a nadie se le ocurra exigir la retirada de la estatua del laureado Juan por "haber matado vascos en la guerra civil", y que alguna vez se exija responsabilidad a los asesinos de su hermano.

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