Palos por aquí, palos por allá

EL pasado lunes salí eufórico del Mediterráneo. Tras noventa minutos de mucho sufrimiento, Ulloa, con un gol de auténtico crack, consiguía un importante punto que permite seguir invictos. Ahora hay que sacar algo positivo de Barcelona. Y algo positivo es vencer. Aunque se juegue fuera de casa. Hay que salir a ganar siempre. Otra cosa es que se vaya perdiendo, y en el último minuto se consiga el ansiado tanto. Pero en otro caso, el empate no vale. Como he dicho antes, salí bastante contento del campo. Vibré como nunca lo he hecho con los goles de Piatti y, sobre todo, con el de Ulloa. Ya no sólo por eso, sino por el partido en sí. Poder ver fútbol de Primera es un privilegio, que no sabemos valorar. Y es que, a decir verdad, el otro día me sentí como si jugáramos de visitante. No sé en otras zonas del campo, pero alrededor mía sólo había cascarrabias que lo único que hacían era criticar al equipo. Que si "Lillo es un papafritas", que si "el equipo es una m...", que si "el césped no está bien regado", que si "las botas de éste no me gustan". Parece que el único objetivo era dar palos. Lo ideal sería animar al equipo a muerte y cuando acabe el partido se pita todo lo que uno quiera. Porque hay que decir las cosas malas. Pero también las buenas. Y es que si alguien que no entendiera ni papa de fútbol y se hubiera sentado en mi sitio el lunes, hubiese pensado que si hay algo que se haga mal. En cuanto al partido, es cierto que el experimento de tres centrales no nos salió del todo bien y que no estuvimos del todo acertados en cuanto a pases se refiere. Pero también es verdad que fuimos bastantes superiores a la Real, llevando la iniciativa en todo momento. Así que tenemos que aprender a disfrutar más de las cosas. No todo es malo. O al menos eso creo yo...