Patriarcado y matriarcado

Incluso en el panteón de deidades antiguas hay un evidente equilibrio masculino-femenino

Literal y etimológicamente, "patriarcado" significa "autoridad del padre", y comúnmente se refiere a las sociedades donde, supuestamente, el poder en su más amplio sentido lo ejercen los hombres. El concepto, así postulado, necesita de otro más peliagudo y origen de toda tensión entre sexos: el de "poder", pues en sí mismo lleva aparejado el de "sometimiento". En este discurso, por tanto, la mujer sería el sujeto sometido y el hombre el sujeto autoritario. El asunto es tema irresoluble de debate y en él se halla el germen de todos los movimientos feministas, más o menos radicales, de las sociedades capitalistas modernas y más desarrolladas. En el otro extremo estaría el "matriarcado", referido a las sociedades donde las mujeres ejercen la autoridad y el hombre se somete. Para arrojar cierta luz y formarse opinión propia, resulta verdaderamente esclarecedor estudiar el tema desde una perspectiva histórica y antropológica, incluso biológica, despojándolo de todo apasionamiento moralizante. Desde esta óptica, por ejemplo, como dato objetivo hay que apuntar que las sociedades matriarcales no han existido nunca, incluso desde las primeras comunidades humanas nómadas evolucionadas directamente de los primates. Estos primeros grupos polígamos pueden considerarse más exactamente como "matrilineales". En ellos, ambos sexos tienen un papel equilibrado y la identificación y los bienes individuales se transmiten por línea materna pues es la mujer quien organiza y reparte la alimentación del grupo y se encarga de los hijos. Los hombres desempeñarían las labores más peligrosas, como la caza y la defensa del grupo ante enemigos externos. La evolución hacia el cultivo de la tierra y el sedentarismo determinó sociedades patriarcales monógamas, donde se descubre el concepto de paternidad y el hombre se convierte en cabeza de familia. Estas sociedades, así organizadas, prosperaron y crecieron en detrimento de las matrilineales, se convirtieron en grandes civilizaciones… hasta hoy. Pensar que el hombre sometió siempre a la mujer por la fuerza y descartar la lógica natural de la eficacia, donde todos se benefician de una organización que les permite prosperar y por ello la aceptan interesadamente, es una ingenuidad o una maldad tergiversadora. Incluso en el panteón de deidades antiguas hay un evidente equilibrio masculino-femenino. Al menos sirve para repensar la cuestión desapasionadamente y desechar espurios axiomas de partida.

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