Quino y Mafalda

Leer a Mafalda puede ser una experiencia intelectual y emocional asombrosa

El 30 de septiembre fallecía en su Argentina natal, Joaquín Salvador Lavado, "Quino", a los 88 años. El padre de la niña Mafalda, la más popular de sus creaciones fue traducida a 27 idiomas. "Mafalda" no era - o es- solo Mafalda. Miguelito, Susanita, Guille o Felipe, siempre escoltando a la protagonista de melena y lengua rebelde, le sirvieron a Quino para contar el mundo. Una realidad en pequeño, pero con tantas caras como personajes. Un paseo por las páginas de "Mafalda", por sus diálogos, bastan para conocer mejor al ser humano. Y gracias a la tierna redondez de los dibujos, muchos jóvenes que empezaban a dejar de serlo aprendieron a leer humor adulto.

Esta niña capaz de analizar el mundo con una precisión y certeza que ya quisieran muchos analistas, siempre fue una voz dispuesta a cambiar el mundo. Las aventuras de esta niña se publicaron entre 1964 y 1973, pero siguieron reeditándose y traduciéndose en revistas y diarios de medio mundo. A España llegaron en 1970, aunque la censura franquista obligó a la editorial poner una franja que decía: "Para adultos".

Inconformista, idealista, dolorida por iniquiedades del mundo. Siempre reivindicativa, feminista y sentenciosa, lamentadora de un mundo. Odia la sopa y gusta de los informativos, aunque es un poco marisabidilla. Nada le es ajeno, ni la sociedad ni la política, la economía, la filosofía. De su boca salen reflexiones casi imposible de contestar a un adulto. "Paren el mundo que me bajo" solía decir ante cualquier injusticia.

Leer a Mafalda puede ser una experiencia intelectual y emocional asombrosa. El dibujo de Quino es preciso, profundo, poderoso. ¡¡Y qué decir de los amigos!! Felipe son las neurosis, pero también el corazón. Miguelito es la vanidad, pero también la grandeza. Manolito no solo es la ambición por el dinero, también la capacidad inagotable del artista que debe vender su producto y aspira a tener un buen oficio. Hay en Susanita todo tipo de preocupaciones mundanas que resultan asfixiantes, pero su deseo de pertenencia es la esencia de la humanidad y su fuerza representa el empuje imparable de la gente. Libertad es una sobrepensadora política que siempre tiene razón pero asfixiaría al artista si fuera más grande. No podría elegir entre ellos porque los adoro a todos pero, en la muerte de Quino, me conmueve sobre todo Guille, el artista ácrata e ingobernable. D.E.P.

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