Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Robin Hood y la demagogia

El argumentario de la Moncloa sobre la bajada de impuestos en Andalucía es de una simpleza que alarma

El debate político en España empieza a mostrar encefalograma plano. Es para alarmarse. Reducir, como ha hecho la portavoz del Gobierno y destacados representantes de su partido, el debate sobre el anuncio de revolución fiscal hecho por el presidente de la Junta el pasado lunes en el Foro Joly a un retrato en negativo de Robin Hood es de una simpleza que roza la estulticia. Según el argumentario puesto en marcha por los gurús de Moncloa, lo que ha hecho Juanma Moreno con la supresión del Impuesto de Patrimonio es robarles a los pobres para dárselo a los ricos y los andaluces lo pagarán en peores servicios sociales. No hay que haber pasado por Harvard para darse cuenta de que con argumentos así no se puede ir muy lejos ni tan siquiera en los territorios poco fértiles en materia de inteligencia de las redes sociales al uso. También se podría argumentar que lo que ha hecho Andalucía -que no se olvide es una de las regiones más pobres de España- es saltar a un terreno de juego que hasta ahora sólo pisaban los muy ricos, como Madrid y Cataluña, o los muy privilegiados, como Navarra y el País Vasco, que se han permitido lujos fiscales vedados al resto de los españoles. Así que la demagogia podría circular a la misma velocidad en las dos direcciones.

La Junta ha movido una palanca que considera útil para movilizar recursos e inversiones. Lo ha hecho utilizando para ello las competencias que le concede su Estatuto, que es una ley orgánica probada en el Parlamento y refrendada por los andaluces. Ni más ni menos. Asume riesgos y partir de ahora se va a mirar con lupa la calidad de los servicios públicos que se pagan con los impuestos de los andaluces. La oposición, que para eso está, tendrá que ejercer su labor de control y denuncia.

Las medidas lanzadas por Juanma Moreno sí abren un debate de profundidad sobre el papel de las comunidades autónomas en la estructura fiscal del Estado y la posibilidad de que se abra una competencia a cara de perro para atraer inversiones bajando impuestos. Y en este debate el único que hasta ahora ha hecho una reflexión interesante ha sido el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que tiene la mala costumbre de decir siempre lo que piensa y por eso se ha llevado un rapapolvo monclovita. Plantearse si el modelo que abrió Madrid y ahora sigue Andalucía afecta a la cohesión tiene interés y merece la pena ponerlo encima de la mesa. Inoportuno sí, pero pertinente.

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