Siempre toca

La vida, es esencialmente, cambio. Y este es la fuerza que impulsa el progreso y el desarrollo

Allá por los años 60, aquella chiquilla rubia y espabilada encandilaba al país con una alegre canción. Marisol cantaba tómbola a golpe de un estribillo pegadizo que, aún hoy, casi todos somos capaces de evocar sin esfuerzo. Y es que, efectivamente, la vida es una tómbola donde siempre hay algo esperando a la vuelta de la esquina. La niña prodigio aseguraba que era de “luz y de color” pero todos sabemos que también se combina con momentos de sombras y oscuridad. Saber mantenerse entero, tanto a las duras como a las maduras es, probablemente, uno de los secretos de la razonable felicidad. La vida, es esencialmente, cambio. Y de esto hemos sido conscientes desde que la humanidad existe. Heráclito, filósofo griego del siglo VI a.C. ha trascendido a la posteridad por su famosa afirmación “panta rei”. Esta frase, que podríamos traducir como “todo fluye” o “todo cambia” encierra la esencia de su concepción del mundo y establece la piedra angular de su comprensión de la naturaleza y la existencia.

Heráclito ejemplificaba sus ideas con la imagen de un río. Aseguraba que resulta imposible sumergirse dos veces en el mismo lugar puesto que tanto el individuo como el propio río eran diferentes en cada ocasión. A esto, con permiso del sabio, podemos añadir que a veces el caudal de agua viene crecido, arrasando todo a su paso. Y otras se convierte en apenas una suerte de riachuelo exiguo. El concepto de cambio constate nos recuerda que la vida es efímera y que la impermanencia es una característica fundamental de la existencia. Veo algunos pacientes, en consulta, que mejoran repentinamente merced a una coalición de factores favorables en sus vidas. Si esto no se sostiene cuando vuelven a venir mal dadas hemos avanzado realmente poco en su proceso terapéutico.

Heráclito sugiere, además, que el cambio es una fuerza impulsora que implementa el progreso y el desarrollo. Sin cambios en nuestro entorno nunca hubiéramos evolucionado como especie. Sin cambios en nuestras circunstancias personales nunca creceremos íntimamente. Y los que más empujan son los momentos difíciles.

Reconocer y abrazar este flujo constante de cambio puede ayudarnos a comprender mejor el mundo que nos rodea y a encontrar un equilibrio en medio de la impermanencia. El cambio no es algo que debamos temer sino abrazar y utilizar para nuestro desarrollo. En esta tómbola siempre toca, si no un pito una pelota.

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