Llevamos un par de semanas recibiendo videos en nuestros teléfonos de varios personajes boicoteando obras de arte. Primero, vimos una sopa de tomate tirada a Los Girasoles de Van Gogh, luego atacar con pintura naranja el edificio de los grandes almacenes Harrods, el fin de semana pasado, lazar puré de patata a un Monet y, por último, un tartazo a las figuras de cera de Carlos III y la reina consorte Camila. Todo protagonizado por unos activistas climáticos que han conseguido hacerse virales por todo el mundo. Su respuesta es muy curiosa: "¿Vale más el arte que la vida, que la comida o que la justicia?" Ese es el problema. El pensamiento chorra de esta sociedad en la que todo vale. Lo triste es que han conseguido que los medios de comunicación dediquemos titulares y hablemos del puñetero puré de patata que ponen en cualquier colegio interno británico. El concepto de esto, chavales con falta de alguna neurona que otra, es equivocada. El arte no tiene nada que ver con que los icebergs se estén derritiendo. El arte es el reflejo de un sentimiento o pensamiento expresado que supera la realidad y se convierte en algo superhumano. Fíjense si ha llegado a algo esta basura de protesta, que los museos se han planteado sus sistemas de seguridad y hemos visto en algún que otro informativo reportajes sobre cómo se puede entrar en El Prado. Información que a veces es mala para cualquier loco de turno que quiera hacer algo parecido. Esperemos no ver algún chiflado tirar un cocido madrileño a un Velázquez. Seguramente alguno que otro, me refiero a responsables políticos, estarían de acuerdo y apoyarían su gilipollez. Por eso lo mejor que podrían hacer es crear y manifestarse de una forma inspiradora. Es decir, que se dejen de sopas de sobre malolientes y que creen algo con sentido para que reflexionemos todos. Ya tuvo bastante Van Gogh con su oreja. Tendrían que crear y enseñarnos de una forma atractiva qué podemos hacer para mejorar el mundo, sobre todo a los que vienen. Lo ridículo es pensar que guarrear la historia del mundo va hacer cambiar algo. Ahora, con los millones que han conseguido por su viralización tienen la oportunidad de hacer una campaña de marketing maravillosa. Les digo a estos activistas una cosa: lo de tirar la comida está mal visto. Sus otros compis se quejarán.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios