En tránsito
Eduardo Jordá
Mon petit amour
Rudolf Virchow resultó ser un auténtico renacentista. Este alemán del siglo XIX fue un importante activista de las mejoras sociales de sus contemporáneos, contribuyó a la antropología y publicó numerosos trabajos clínicos. Pero si por algo se instaló en el salón de la fama de la medicina fue por su teoría celular. Bajo el lema “omnis cellula e cellula” (toda célula proviene de otra célula) forjó su teoría de la “patología celular”, destacando la importancia de estudiar las enfermedades como origen de una desregulación de estos elementos celulares. Ya nos hemos referido alguna vez al aforismo “como es afuera es adentro”. Sobre él descansa hoy la relación que establecemos entre la dinámica celular y nuestros pensamientos. SI consideramos la idea de que “toda experiencia psicológica procede de otra experiencia psicológica” podremos reflexionar sobre como nuestras vivencias y pensamientos pasados moldean nuestra percepción del mundo, nuestras creencias, nuestras emociones y nuestros patrones de comportamiento. Esta imagen nos puede ayudar a romper el determinismo que a veces impera. No es que seamos así, sin más, sino que venimos siendo algo que podemos transformar. Analizando nuestro desarrollo personal percibimos que las respuestas emocionales que elaboramos a lo largo del tiempo se basan en nuestras experiencias pasadas, influyendo en elementos tan dispares como pueden llegar a ser la gestión del estrés o nuestra interpretación del amor. Igual que las células tienen la capacidad de adaptarse a su entorno las personas también aprendemos y nos adaptamos a nuevas situaciones. Por otro lado, la resiliencia psicológica puede compararse con la capacidad de las células para reparar los tejidos. Si sufrimos un corte en la piel nuestras células de la dermis se pondrán en marcha para cerrar la herida. De un modo similar se reorganizan nuestras emociones y pensamientos para superar desafíos y adversidades. Y utilizan, esta es la claves, las experiencias pasadas como recursos para enfrentar la nueva amenaza. Igual que toda célula procede de una célula previa todo pensamiento o emoción proceden de uno anterior. Nuestro microcosmos interno es un reflejo del macrocosmos que nos rodea. Y nosotros caminamos en sutil equilibrio entre lo que hay afuera y lo que llevamos adentro. Somos, en definitiva, la herencia de lo que fuimos ayer y seremos la consecuencia de nuestro hoy.
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