Tip y Coll que estáis en los cielos

Estrambótico, extravagante y rapidísimo Tip, pausado, absurdo e imperturbable Coll

CUANDO nos acordamos de la Transición nos viene a la memoria los nombres de Adolfo, Santiago, Manuel o Felipe. Pero para mí que tanto me divirtieron, hubo otros protagonistas: Luis Sánchez Polack y José Luis Coll. Católico y de derechas uno, de izquierdas e hijo de republicano el otro, demostraron que la amistad no entiende de creencias, que juntos trabajaban mejor y que podían hacer humor sobre estos, aquellos y los de más allá. En definitiva, vivimos una Transición paralela que se hizo por obra y gracia (nunca mejor dicho) de un valenciano con sombrero de copa y un conquense con bombín. Estrambótico, extravagante y rapidísimo Tip, pausado, absurdo e imperturbable Coll. Una pareja surrealista e impecable.

Tip anteriormente había sido pareja artística de Joaquín Portillo. Trabajaron con el nombre artístico de Tip y Top, hasta aparecer José Luis Coll. Éstos comenzaron su andadura como pareja artística en 1967, llegando a trabajar juntos hasta el 1995 y desde el primer momento hicieron reír a todo el país. Quién no recuerda sus instrucciones para llenar un vaso de agua, con aquella descacharrante traducción al francés que arrancaba con un “comenzamos”…”comenzón”. Y a la par de sus trabajos como dúo, sus éxitos particulares. Tip fue tertuliano cómico en el “Debate sobre el Estado de la Nación”, del inolvidable Luis del Olmo, junto a Forges, Gila y el propio Coll. Éste por su parte escribió quince libros. Tengo un recuerdo especial de “El hermano bastardo de Dios”, unas memorias de su infancia conquense en plena Guerra Civil. Dice que iba a casa de Pepito Iniesta para contemplar media hora sus juguetes (“que no los toque, vigila, hijo”), advertía la madre. ¿Y qué me dicen de “Diccionario de Coll” de palabras inventadas?

Tip se nos marchó en 1999. El día que Tip murió, un periodista preguntó a Coll qué frase le dedicaría, a lo que respondió: «Luis, esta broma no te la perdono». José Luis Coll, que ya había dejado de estar con la partida de su compañero, se nos fue en el 2007 por culpa de una caída tonta, como la de los payasos en el circo.Ojalá dejáramos a un lado nuestras diferencias para reír, para hacer política, para hacer amigos. Y ojalá la Real Academia Española de la Lengua, que admitió las palabras “almóndiga”, “mondarina” y otras rarezas, incorpore un día “Vulgarcito” para el personaje de cuento sin detalle digno de ser destacado.

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