PENAL Y GOL, ES GOL

Jorge Colipe / Deportes@Elalmeria.es

Violencia es mentir

La violencia es gratuita y la palabra es utilizada, en el mejor de los casos, como arma arrojadiza

22 de febrero 2010 - 01:00

ES la frase del Indio Solari (no confundir con el futbolista) para describirnos a la perfección esa realidad en aquella obra en la que acertadamente sospechaba que "si esta cárcel sigue así, todo preso es político". Nadie está a salvo de verse atrapado por la maquinaria, y el fútbol mucho menos, en estos tiempos raros, donde nos acostamos y nos levantamos todos los días con la posibilidad de ser sospechosos de algo.

¿Puede una sociedad que vive inmersa en un clima de violencia abstenerse de actuar ejerciéndola? ¿La "Caverna Mediática" (Laporta dixit) tiene derecho a generar semana tras semana, el clima pre-belicista, tirando a todo lo que se mueve? El fuego amigo tiene en jaque a Pellegrini, pero como no sólo de fútbol vive el hombre, también se manifiesta en distintos ámbitos de nuestra comunidad. Esperanza Aguirre, se quiere cargar al "hijo puta ése" que es de su propio partido, Barreda pide que Zapatero se vaya, aunque sea su secretario general, mientras Aznar saluda con una peineta a quienes no tienen un buen recuerdo de su gobierno. ¿Qué nos está pasando? ¿Cuál es el mensaje que les transmitimos a quienes vienen detrás? Los Boixos, los Ultrasur, el Frente Atlético, por nombrar a alguno, son más de lo mismo. Cohabitan en los pasillos de cualquier club, ayuntamiento o universidad. Si da igual de quien hablemos; podría referirme al Athletic de Bilbao, que van a Austria y les pegan, vienen los seguidores del Atlético de Madrid y hay problemas, llegan cuatro indocumentados de Bélgica y más de lo mismo. Pasa en Madrid, Barcelona, Sevilla o Asturias. La violencia es gratuita y la palabra es utilizada, en el mejor de los casos, como arma arrojadiza contra el que ha cometido el pecado de seguir unos colores. Hay malos y demasiados espejos en los cuales podemos mirarnos y descubrir cuál no es el camino correcto. Reinventar un modo de convivencia social civilizado es el desafío de estos primeros años de principios de siglo. Como diría mi suegra, "después vienen los madre mía".

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