Utopías posibles

Luis Ibáñez Luque

El aguafiestas

14 de noviembre 2025 - 03:09

El Gobierno lo anuncia a bombo y platillo, las redes educativas hacen la ola, todo el funcionariado se rinde a sus pies. ¡Por fin una ley educativa que habla de bajada del número de alumnos y alumnas por aula! (la ratio). Se ha presentado un anteproyecto de ley que propone reducir la ratio en Primaria hasta 22 por clase y en Secundaria se establece un máximo de 25. De Bachillerato, que se sepa, por el momento no se habla. No es que sea un cambio espectacular (hablamos de 3 y 5 personas, respectivamente), pero cualquiera que haya pisado un aula sabe que una reducción siempre supone un alivio, aunque solo sea por el nivel de ruido, por el tiempo que dedicamos a cada alumno/a, por los conflictos y el espacio vital. Luego vendrán las excepciones, que han llevado a que en Andalucía tengamos ratios de 33 en Secundaria y 38 en Bachillerato, hacinados en aulas diminutas.

Siento ser el aguafiestas del día, pero objetivamente no hay mucho que celebrar. La reducción de ratio solo significa que haya menos alumnado en el aula, pero no tiene por qué relacionarse de manera directa con una mejora de los aprendizajes. Para demostrarlo, solo hay que buscar los resultados de distintos países en informes internacionales y comprobar la ratio de cada país. Se verá rápidamente que no existe una relación directa entre ratio y resultados académicos. Por otra parte, sabemos que quienes trabajan en programas de diversificación curricular, en aulas específicas de educación especial o en contextos desfavorecidos socioculturalmente con una bajísima ratio en cada clase, no siempre obtienen buenos resultados. Dicho de otro modo: si realizamos una mala práctica (basada en la inercia, la tradición y sin ninguna evidencia de éxito) con mucho alumnado en clase, seguirá siendo mala si lo hacemos con menos alumnado. No va a pasar a ser buena. Todos conocemos excelentes docentes y prácticas con grupos numerosos o poco numerosos y también docentes desastrosos con grupos numerosos o pequeños.

La ratio es lo fácil, pero mientras no cambiemos la formación inicial del profesorado, la formación permanente, el acceso y la evaluación de la función docente, se apueste por la inclusión, por las nuevas metodologías, por aquellas actuaciones de éxito que sabemos que funcionan en todos los contextos, por la participación democrática de la comunidad y un largo etcétera, de poco servirá la reducción.

Así que sí, de acuerdo, celebrémoslo... pero con cerveza de lata, de marca blanca.

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