Ciudadano A
¿Quién puede matar a su hijo?
Desde que se acordaron los convenios de Ginebra –del primero hace ya más de siglo y medio- una de las normas más elementales era no bombardear hospitales ni ambulancias de la Cruz Roja. Bueno, pues últimamente parece que los hospitales son precisamente objetivos prioritarios. En Ucrania han bombardeado algunos, aunque quieren disimular diciendo que ha sido sin querer. Aparte de que dudamos que un misil balístico se pueda “desviar”, en Gaza vemos a diario que los hospitales son, claramente, objetivos directos. Bueno, han sido, porque ya no debe quedar ni uno. Y ahora, cuando Irán decide bombardear Israel, también toma los hospitales como objetivo. Ahora, Netanyahu acusa a Irán de “los más graves crímenes de guerra”. Hay que ser cínico. ¿Así vamos mejorando en comportamientos humanitarios? Hay que plantearse a qué se debe esta horrorosa tendencia. Parece que se trata de crear el mayor pánico entre la población en general. Y el miedo trae consigo el odio, el “nazionalismo”, el deseo de venganza. Una alegría. Un efecto secundario es que se debilita –o se carga- el sistema de salud público. Y esto engarza, aunque sea traído por los pelos, con el odio que le tiene la extrema derecha y parte de la derecha a la cobertura sanitaria generalizada de Europa y pocos países más. Como dice Esperanza Aguirre “El Estado no tiene que ocuparse de la salud de los ciudadanos”. Prefieren el sistema que impera en Estados Unidos, donde cada uno tiene que buscarse su seguro médico como pueda, con el resultado que vemos a diario en noticias, películas, documentales, etcétera. O sea, que los ricos tienen un seguro completo y los pobres, pues que se jodan. Esto es aporofobia clarísima, como viene diciendo hasta Cáritas, que no parece sospechosa de comunismo. Cabe pensar si estas campañas de políticos y opinantes no estarán financiadas por las compañías privadas, igual que los fabricantes de armas financian a la poderosa Asociación del Rifle, que tiene “influidos” a senadores y congresistas americanos para que no se recorte la venta de armas a todo quisque. Por cierto, en armas es en lo que quiere Trump que nos gastemos el dinero de la sanidad pública (y del estado de bienestar en general). Las armas, desde luego, se comprarán mayoritariamente en USA, que son los mayores fabricantes del sector “matarife”. Por si sirven de algo tres votos, nosotros preferimos gastar los impuestos en sanidad y educación. Y en AVE de Almería.
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