Medio siglo
Equipo Alfredo
Público y privado: el cuarto oxímoron
Cuando más eufóricos estaban los madridistas con el debut de Xabi Alonso, con su 5-3-2 y el descubrimiento -¡por fin!- de una figura de la cantera, llega el Paris Saint Germain y los pone mirando “pa Pamplona”, como decía Chano Lobato cuando la duquesa de Alba se desparramaba en sus clases de baile flamenco.
Mientras Mbappé estaba lesionado, el entrenador puso un delantero centro de verdad –Gonzalo- y le fue de maravilla. En el momento clave, cuando tuvo que jugar contra el mejor equipo actual, el citado PSG, parece que le temblaron las piernas y volvió al 4-3-3; no se atrevió a quitar al niño que había metido cuatro goles y lo puso con Mbappé y Vinicius. Como estos dos figuras no están por la labor de correr, presionar arriba y bajar a defender, los franceses les pasaron por encima y los pusieron mirando pa Pamplona. O “pa Coria”, recordando a Rogelio Sosa, mítico jugador de Coria del Río. Jugó 16 años en el Betis, con el que ganó en 1977 la Copa del Rey y metió diez goles olímpicos (o sea, directamente desde el córner). Pero corría menos que Vinicius y Mbappé juntos. Su entrenador, Ferenc Szusza, le insistía: ¡Corra usted, Rogelio, corra usted! A lo que respondía: “Mister, yo no corro, que correr es de cobardes”.
Esa actitud, que a un jugador artista se le permitía en aquellos tiempos, hoy no se le consiente ni a Pelé que volviera. Aunque la verdad es que la comodidad es un valor muy en alza en la sociedad actual. Y que personajes como estos, que son admirados por gran parte de la población, no deberían ser un acicate para la vagancia y la desidia, sino servir de ejemplo de lo contrario; máxime siendo personas que ganan varias decenas de millones de euros al año. Lo malo es que estas actitudes de pasotismo, de comodidad se están extendiendo a todos los órdenes de la vida, desde el trabajo hasta el ocio. Es evidente que hay una parte de la sociedad que se faja con el trabajo, con las ideas, y no siempre es recompensada. Pero que el esfuerzo y la cultura son imprescindibles para que la sociedad, el mundo, avance nos parece evidente. El efecto contrario lo generan rentistas que viven como curas, herederos que no dan palo al agua, alquiladores de pisos turísticos y similares que son ejemplos para los que piensan, como Rogelio, que currar es de cobardes. Y que el que trabaja es porque no sirve para otra cosa.
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