Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Basta conocer un poco la historia para ser consciente de cómo en los períodos previos a los conflictos armados, mientras estos duran y en los años posteriores (o de «entreguerras») suele haber una prolongada crisis de valores que puede transformar por completo la sociedad. Nos falta perspectiva para evaluar el alcance de lo que se está viviendo actualmente a nivel global, pero parece claro que la situación es crítica.
Lo más preocupante es que la curva de descenso en cuanto a democracia, derechos humanos, libertades, cuidado del medio ambiente y valores que nos permitan construir no hace más que aumentar, cada vez más abajo y cada vez más inclinada. Aún no ha tocado fondo. Quizá todo termine con un colapso del sistema capitalista. Quizá todo esto solo sea un recordatorio, un toque que nos da una historia, una mala pesadilla que se solucione en breve. Mientras tanto, hay personas sufriendo en suelo europeo, hay personas sufriendo a cientos, a miles, en el país supuestamente más «desarrollado» del mundo, hay un pueblo entero masacrado, allí donde todas las religiones empiezan (quizá también donde deberían acabar, dinamitando todos los símbolos). Hay un imperio que está muriendo (EEUU) y en su caída en picado está dispuesto a arrastrar al mundo entero. En algún momento, antes o después, habrá que desprenderse de los lazos que nos unen, ya sea de manera amable o violenta. No será fácil, ni agradable. Hay unos viejos amos del mundo (los sionistas) que quieren seguir contando con su «papá Imperio» estadounidense antes de que caiga. Quizá por eso se empeñan en acelerar el genocidio y quedarse con su tierra prometida según un libro de ficción de hace miles de años. Y claro, cuando el «malote» desaparece, siempre hay alguien dispuesto a ocupar su lugar. Ahí es donde encontramos a Rusia. Consciente como es de que solo le quedan las migajas y aprovecharse de las miserias de un imperio en descomposición, se aferra a su trono, sus falsas riquezas y su nostalgia. El auténtico imperio, el que se sabe ganador antes de empezar la partida, China, permanece impasible, con la máxima tranquilidad. Es consciente de que es cuestión de tiempo y espera paciente su momento.
Algún día volverán las temáticas estrictamente educativas a esta humilde columna. La crisis de valores también afecta a la educación, cada vez más desorientada, cuando no directamente inútil y estéril en un escenario como el que tenemos y el que puede llegar. Necesitamos recuperar la utopía, maltrecha y moribunda, más que nunca.
Gaza. No lo olvides.
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