La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
Las dudas, como las vacilaciones del ánimo con que se asimilan, pueden tener distinta entidad. Mayor es la propia de la duda filosófica, pues afecta al juicio, que se suspende de manera voluntaria y transitoria, para que el espíritu cuente con tiempo y espacio -señaladas magnitudes-, a fin de coordinar las ideas y los conocimientos. También caben dudas con respecto a las creencias religiosas y, en este caso, se abren crisis de fe que, superadas, incluso la fortalezcan. Más generales y extendidas, aunque algo menores, son la dudas debidas a la indeterminación del ánimo cuando afectan a dos juicios o decisiones alternativas. O ante hechos o noticias, dada la pujanza de la falsedad o del engaño, y asimismo de la posverdad -ardid falaz- que distorsiona la realidad o manipula las creencias y emociones, con el propósito de influir y determinar la opinión pública o las actitudes y las reacciones sociales. Las dudas de un árbitro en los lances de un partido de fútbol corresponden a ese tipo ordinario de dudas ante explicaciones alternativas, si bien con efectos no menores por la forofa reacción de los hinchas, que siempre y pronto deshacen la duda con la interpretación más favorable al equipo de sus colores. Es una ocurrencia genial, así, la decisión de irse al bar -como los árbitros al VAR- cuando hay dudas y se necesita encontrar certezas animosas.
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