Me han echado la culpa de la salvaje oleada de contagios por coronavirus. A mí y a ti. A todos nosotros. Dicen que hemos sido irresponsables en Navidad y que ahora vienen las consecuencias. El mismo mensaje desde la Junta de Andalucía y desde el Gobierno central. ¡Mira, para esto sí que se ponen de acuerdo! No he oído (ni leído) un solo mensaje de autocrítica. Pues no, yo no tengo la culpa.

Ni la tengo yo ni la mayoría, que hemos cumplido estrictamente con las normas. Diez personas en días señalados, ni una quedada con amigos, ni un viajecito en las vacaciones. Cero. Pero ahora me toca estar encerrado en casa, igual que a los irresponsables. E igual que los políticos (metedlos en el grupo anterior, si queréis).

El 30 de diciembre ya estaba la cepa británica en Almería. El 4 de enero en este cañillo avisé de lo que se venía. Si yo lo vi venir, los políticos también. Pero no hubo restricciones hasta el 11 de enero. El famoso grifo de Moreno Bonilla es más bien la correa del perro, que afloja y aprieta según ladremos. Y no, yo no tengo la culpa.

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