No da igual

El único incentivo real que tiene el profesorado son los traslados, para poder estar en la localidad que desee

25 de agosto 2023 - 00:00

Supongamos que ya tenemos el profesorado mejor preparado desde la universidad y que lo hemos seleccionado de la mejor manera posible. Ha llegado el momento de que esa persona pase a formar parte del funcionariado. ¿Lo debe ser de manera incuestionable para toda su vida laboral? ¿da igual lo que haga? ¿no tiene posibilidad de avanzar, plantearse retos y mejoras laborales? Hoy en día, es así. El único incentivo real que tiene el profesorado es a efectos de concurso de traslados, para poder estar en la localidad o centro que desee en un corto-medio plazo, en la mayoría de casos. Una vez se consigue estar donde uno quiere, el resto da igual, tanto para bien como para mal. Por mucho que uno se renueve, siga aprendiendo, «se lo curre» en el día a día, se implique con los chavales, trabaje bien con el resto de docentes y con la comunidad… da igual. Y a la inversa: si algún docente no se renueva, no replantea ni revisa ninguna de sus prácticas, permanece ajeno a la comunidad escolar, no tiene un trato cordial con el alumnado ni con las familias, no trabaja en equipo… también da igual.

Sin renunciar a uno solo de los derechos laborales adquiridos (que son los mismos que queremos para toda la población), es imprescindible que se realicen evaluaciones periódicas del profesorado para que el sistema mejore, desde la práctica, realizadas de manera estrictamente democrática (contando con todas las voces que sea posible, dentro de un centro educativo), basadas en resultados y también en todo tipo de aspectos cualitativos (metodología, actividades, colaboración, relaciones…), valorando la actualización pedagógica y sobre todo la manera en que dicha formación está repercutiendo en la práctica. Algunos incentivos podrían ser, además del económico: la posibilidad de reducir horas lectivas, prioridad a la hora de coordinar o dirigir la escuela, acceso a largos permisos por formación, acceso a equipos de coordinación pedagógica de distinta temática (que ya existen), acceso a docencia en las facultades y másteres de temáticas educativas… En el otro extremo, quien no superase las evaluaciones no podría acceder a nada de lo anterior. Aunque debería tener derecho a rectificar y a tener una segunda o tercera oportunidad, si no se reparan los errores habría que lanzar claramente el mensaje de que la sociedad considera que esa persona estaría mejor en otro oficio. Porque no, no da igual.

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