Entre el desfiladero del aire

La veracidad de los hechos y la neutralidad han quedado en un segundo plano. Ante el rigor y el relato, se ha preferido éste último

Son días aciagos, advierto entre el desfiladero del aire, y muchos aún no se han enterado. Algunos medios de comunicación siguen utilizando la información para reconducir y educar la conducta de los futuros consumidores. Dejan a un lado la importancia del mensaje, de la necesidad de la objetividad de lo escrito o transmitido. Se centran en el relato. Tienen ese don. Así es como la responsabilidad de la educación ha pasado a las grandes corporaciones y al empleo de los Big Data.

Así pues, ahora, la veracidad de los hechos y la neutralidad han quedado en un segundo plano. Ante el rigor y el relato, se ha preferido éste último. Dejando espacio al arte de seducir, instruyendo o inculcando. Pero lo más preocupante es que no han terminado de entender que ya no estamos en los siglos de la Baja Edad Media. Hoy en día, la información es omnidireccional y el ciudadano tiene acceso a toda esa masa de conocimiento, teniendo la capacidad de elegir y decidir: es lo que al final hará.

Han pasado apenas tan solo unos días de la manifestación/concentración del 10F, y muchos siguen mirando hacia otro lado. La asistencia de los concurrentes al aglutinamiento patrio son confusas o disienten una de otras -al final, cada uno creerá lo que estime oportuno-, las sensaciones de victoria o de derrota son contradictorias -el individuo sabe siempre lo que quiere y votarán en consecuencia, pese a quien le pese-, pero siempre termino en el exacto punto donde empecé, en la misma reflexión/refracción: la realidad es la que es. No es dura, sino es. Y lo que es seguro es que estamos ante el auge imparable de los extremismos en España. Ya no es un síntoma de los países que conforman la Unión Europea, sino que también se están haciendo visibles en nuestras calles.

Sin embargo, aquellos que tienen el deber y el poder de analizar y de hacer auto-crítica, no lo hacen. Miran hacia atrás, creyendo que así seguirán avivando los dos grandes bloques y eso proporcionará que el electorado siga siendo fiel y puntual a las urnas. Pero es sabido por todos que los hombres y las mujeres dominados por las pasiones nublan la razón.

Amanecen los balcones cargados de yugos y flechas. Empiezan las calles a oler a águilas imperiales y me temo, estimado lector, algo estamos haciendo mal para que los demonios más íntimos del ser humano estén despertando en las estancias más íntimas de nuestro ser.

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