Utopías posibles

Luis Ibáñez Luque

Desgaste y derroche

28 de noviembre 2025 - 03:06

Medimos ítems numéricos en el cuaderno digital. Ponemos calificaciones numéricas. Reflejamos el número de problemas de convivencia, las medidas tomadas, los protocolos de acoso, los de autolesiones… Hacemos las pruebas de diagnóstico en 2º de ESO y nos devuelven los datos. Medimos los resultados académicos de cada evaluación, los de titulación, los del acceso a la universidad.... A veces también miramos los números de alumnado que tiene éxito o no de entre los colegios de Primaria adscritos. Hacemos cuestionarios de autoevaluación y sacamos aún más datos. A lo anterior se suman unos informes detallados que nos da la propia Consejería con resultados de nuestro centro. Y con todo esto, hacemos propuestas de mejora. Así lo exige la ley. Propuestas cuantificables, medibles (¡cómo no!) y concretas.

En pleno verano (cuando más difícil es coordinarnos), nuestra administración abre una convocatoria diciendo que podemos optar a cierto profesorado de apoyo. Como queremos lo mejor para nuestro alumnado, lo pedimos, sin dudarlo. Antes de septiembre adjudican una de esas plazas, varias, o ninguna. No suelen publicarse las baremaciones de centros, con lo que se conceden a veces de manera incomprensible. Quizá si se explicasen públicamente los motivos, todo el mundo los entendería. O no. Se podrían discutir.

En los primeros días de septiembre, justo antes de empezar las clases, cuando los equipos directivos tienen más trabajo, imponen que hay que hacer una programación para aprovechar esa plaza (que ya han concedido), que tiene que haber una persona coordinadora y una formación obligatoria para todo el profesorado. Esto no estaba en las condiciones iniciales.

Ya en octubre, se nos obliga a hacer un proyecto de autoformación sobre esa temática. La primera duda que nos asalta es: «¿cómo voy a hacer un proyecto de algo que no sé?». ¿Se imaginan a un médico haciendo un proyecto de arquitectura? Pues nada, lo hacemos (obviamente, vacío de contenido) y tenemos una sesión formativa con una persona experta (ya en noviembre) que nos dice que no hay verdades absolutas, que todo puede funcionar o no y que tenemos que ser nosotros mismos quienes busquemos el camino. Creo que con esos mensajes yo mismo podría hacer una formación a cualquier escuela o empresa.

Y así es como se malgastan el tiempo, el dinero y los recursos, a la vez que se desgasta al profesorado, en un programa cualquiera de cualquier administración educativa. Algunas escuelas, solo por tener recursos, seguimos resistiendo.

stats