La ETA con la que sueña Díaz Ayuso no existe y BILDU no se presenta en Almería. Aunque no lo parezca, para lo que vamos a votar el próximo domingo es para elegir a la persona que va a ocupar la alcaldía con el equipo de gobierno que considere. Hoy no voy a entrar en cuestiones ideológicas ni en proyectos de envergadura, sino en algunos detalles que deberían de tener en cuenta quienes consigan gobernar el ayuntamiento. No conozco a nadie que apruebe la división de la calzada del Paseo de Almería inutilizando la mitad. Hubo intentos de justificarla colocando chiringuitos que no se adaptaban al espacio y es difícil ver a un peatón caminando por esa zona inútil. Creo que hay un proyecto de peatonalizar el Paseo pero, mientras tanto, los pivotes son un estorbo. Al final de la Rambla se colocaron unas velas de barco sin pensar que la función de una vela es valerse del aire para navegar y no para adornar un espacio permaneciendo inmovilizada en el asfalto. No tardaron en aparecer rachas de viento agitando las velas sujetas a unos soportes, provocando ruidos molestos a la vecindad y dispuestas a salir volando con riesgo de ocasionar algún accidente. Pronto se quitaron las velas, pero permanecen los soportes. No tiene ningún sentido mantener un aparato cuya misión era sujetar unas velas que han desaparecido. Ahí permanecen estorbando, sin otro significado que el recuerdo de aquellas velas perturbadoras. Ahora voy a referirme a algo por lo que tengo especial interés por razones personales. Siendo concejal de cultura vino a visitarme el escultor granadino Miguel Moreno, al que conocía, para que el ayuntamiento se hiciera cargo de colocar dos esculturas en algún lugar idóneo de la ciudad. Por el diseño, me pareció una buena idea, pero tenía dificultades para llevarla a cabo. Se trataba de una cuestión que había que someter a pleno y sabía, por experiencia, que nada que tuviera que pasar por el pleno tenía salida. Era la época de la famosa pinza formada por el PP e IU contra cualquier iniciativa del PSOE. Imposible. Tuve la idea de ponerme en contacto con la Junta de Andalucía para que incluyera las esculturas en el proyecto de la Rambla que estaba en proceso y dio resultado. “El Saludo”, que ese es el nombre que Miguel Moreno puso a las esculturas, pronto se convirtió en un elemento propio de nuestra ciudad. Cuando paso por su lado no puedo evitar el malestar que me produce su estado de abandono. Urge una limpieza a fondo.

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