Utopías posibles

Luis Ibáñez Luque

La escuela después de Sandra

24 de octubre 2025 - 03:08

Será por aquello de la tradición católica, la culpa, el pecado, el infierno y el Dios justiciero, pero lo cierto es que tras el terrible suicidio de Sandra Peña (la chica de 14 años que se ha quitado la vida recientemente por sufrir acoso) todas las supuestas soluciones pasan por «hacer sangre» del asunto, tanto en lo referente al centro educativo como a través del endurecimiento de «penas» contra el alumnado acosador. Por supuesto que sí, que deben depurarse responsabilidades (si las hubiera) y que todo acto tiene que tener consecuencias, tanto para personas adultas como menores.

Ahora bien, pretender que este sea el eje principal sobre el que gire el cambio, la transformación o la mejora de la escuela a partir de lo sucedido y de los alarmantes datos de acoso y suicidio juvenil, es completamente ingenuo y desacertado. Es exactamente el mismo discurso que defiende el endurecimiento de las penas hacia todo tipo de delitos, sin percatarse de que países con la mayor de las penas (la de muerte) no mejoran su conflictividad, en absoluto.

Detallar aquí todas las posibilidades es imposible. Quedémonos con una idea: ¿por qué no hacer aquello que mejor funciona, en otros o en todos los contextos? La investigación ha demostrado que poner el acento en el grupo, en los espectadores, en contar con la comunidad y promover un ambiente de confianza y tolerancia cero son alguna de las claves principales para prevenir y resolver el acoso. Lo demuestran modelos como KiVa, Olweus, la tutoría entre iguales o el modelo dialógico de prevención de conflictos. Hay mucha bibliografía al respecto.

Todo esto conlleva una transformación profunda de la escuela, la manera en que nos relacionamos y la propia función del docente. Estamos demasiado acostumbrados a hacer compartimentos: ahora doy clase de mi asignatura, ahora hago una charla con la guardia civil sobre acoso… pero nos falta dar respuesta a algunas preguntas clave: ¿cómo pasar de las buenas intenciones y los grandes lemas a la práctica en el día a día? ¿cómo hacer entender que el suicidio empieza por ese primer día en que te burlas de alguien en el patio?

Y mucho más: borrar de nuestro cerebro de adultos la expresión «es cosa de niños»; reforzar la los servicios sociales; contar con la voz de las familias; rebajar la ansiedad de un mundo cada vez más neurótico… Hay mucho que hacer, más allá de la sanción. Por Sandra y por todas las Sandras que sobreviven silenciosamente en las escuelas.

stats