Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
España arde. España está palpitando y desolada. España llora a sus muertos. España reza por sus heridos. España clama justicia. España está olvidada. España como Patria está en sus últimos estertores. España ha tocado fondo ante tanto desconcierto. Esta España que fue imperial e hispánica está en situación apocalíptica, abandonada en el rescoldo de las tibiezas, anulando de sus entrañas aquella expresión cierta, historiográfica “donde el sol nunca se ponía”.
¿Por qué desde la gobernanza y la gestión pública se han perdido las cartas de navegación en estas últimas legislaturas? ¿Por qué ante cualquier mínimo éxito queda fagotizado por la invertebración trasnochada a la hora de atajar un problema? Quiénes seremos los próximos desafortunados que nos iremos a la ultratumba sin un réquiem o tendremos que superar las caídas en el camino sin alma ante la incertidumbre política y la inseguridad jurídica.
No nos aterroricemos por lo que puedan estar leyendo en el artículo realizado desde la subjetividad y libertad que nos queda en esta España, hasta que los proyectos de leyes que se están preparando puedan verse en el BOE, seguiremos con el deseo que no obtengan la mayoría necesaria para parar con la dialéctica a quienes, desde su aforamiento, siguen arremetiendo, al día de la fecha, a España y tendiendo no solo a echar abajo a la Patria, sino a sus propias regiones a las que dicen representar, encerrándose cada vez más en sí mismas, y cuando salen hacia fuera no es para construir, sino destruir los lazos espirituales que nos unen a la vetusta y señera Patria.
Acaso no han leído a los poetas españoles e hispanoamericanos Pablo Neruda, Cesar Vallejo, Blas de Otero, Miguel Hernández, Rafael Alberti, serían muchos a los que nombrar, en los que el nombre de España aparece en sus poemas de forma continuada, invocaron a España, amaron a España, y ahora vuelven con el bolcheviquismo popular y con el cansino cambio climático, en un delirio egocéntrico, al señalarlo como único responsable.
Esta visión ideológica verde les está haciendo perder de vista la materialización de un proyecto común de convivencia cívica orientada al bien común de todos los ciudadanos de una Patria con un peso específico en la historia de la cristiana Europa. Si no aúnan esfuerzos en una acción preventiva y coordinada, cuando se presenten más dramas, España se convertirá en un valle de lágrimas camino de su desaparición por la sinrazón de un inoperante parlamentarismo.
También te puede interesar
Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Utopías posibles
Silencio personal y movilización social
Opinión
Aurelio Romero
Otro cambio de opinión
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática