La extinción del Homo Sapiens

Una especie con tal poder destructivo genera inevitables mecanismos de autodestrucción

Escuchaba el otro día, mientras conducía, un programa de radio donde se entrevistaba a un prestigioso científico, experto en eso de la evolución humana y en las distintas especies de homínidos que alguna vez poblaron la Tierra. Sus asertos, por simples y obvios, me dieron que pensar largo y tendido; y también reflexionar sobre lo estúpido de nuestras pequeñas luchas personales, vistas desde una óptica macro verdaderamente aleccionadora. Sostenía el hombre la afirmación contundente de que ninguna especie animal o vegetal es eterna y que todas, antes o después, acaban extinguiéndose o siendo sustituidas por otras similares. Y que, por consiguiente, tal cual sucedió con los neandertales, que desaparecieron de la faz del planeta sin que sepamos aún con certeza el porqué, nos acontecerá igual a nosotros, los homo sapiens. Lo que no podemos saber son los motivos que producirán nuestra extinción y cuando acontecerá el hecho. Afirmación inquietante y turbadora que, como mínimo, te baja del pedestal egoísta que todos tenemos y te coloca, irremediablemente, en tu justa pequeñez de individuo despreciable ante la grandiosidad del universo y sus fenómenos impredecibles, sin la menor ética o consideración. El científico, pese a todo, sí fue capaz de deslizar un cierto matiz profético cuando afirmó contundentemente que al homo sapiens, quizá como ninguna otra especie anterior, puede calificársela de "dañina" desde un punto de vista objetivo y científico. Dañina para el planeta y, por extensión, para sí misma. Contribuye a ello nuestra superior inteligencia con respecto a las demás y, por extensión, nuestra capacidad de dominación del territorio, ejercida desde el egoísmo más feroz, violento y depredador, sin límites ni freno. Una especie con tal poder destructivo, en su locura omnipotente que aniquila su entorno, genera los obvios e inevitables mecanismos de autodestrucción. Depredar y destruir el medio lo convierte en invivible, inhabitable, con el tiempo. Y en ello estamos sin ser verdaderamente conscientes. Podemos decir, por tanto, que nuestra mayor capacidad craneana, nuestra inteligencia, nos acabará llevando a la extinción. Quizá con el sapiens acabe el ciclo de la inteligencia superior en el planeta y en el futuro habiten nuevas especies en la Tierra capaces de adaptarse mejor a un nuevo medio, antes arrasado por el hombre, entre las que figuren algunos primates mucho menos inteligentes que nosotros y menos destructivos. Ellos serán nuestros herederos

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