Comunicación (Im)pertinente

Francisco García Marcos

Los fontaneros

14 de junio 2025 - 03:09

Probablemente Val di Noto no era su apellido. Pero Raffaello lo blandía, como los blasones de los hidalgos, aunque en realidad trabajaba como porquero perdido en una de las innumerables propiedades de don Casto Corleone en Sicilia. Tenía sus aspiraciones, por lo que se ofrecía para cualquier clase de trabajo. Don Casto, sin embargo, siempre receló. Le pareció de fidelidad cuestionable y sin sentido de la honorabilidad. Así que, cuando el Duce reclutó voluntarios para ayudar a los fascistas españoles, Raffaello se enroló apresurado; cualquier cosa para dejar atrás a don Casto. No tuvo excesiva ocasión de combatir, tampoco es que estuviera interesado en ello. Más bien se dedicó a oír los cuchicheos de la tropa para, claro está, trasladarlos a instancias superiores. Con pocas ganas de volver a las zahúrdas, decidió probar suerte en España, aplicando las habilidades que había empezado a desarrollar en la guerra. En poco tiempo demostró ser capaz de fabricar centenares de bulos, difamar, amenazar, extorsionar y, en definitiva, deformar cualquier aspecto de la vida social, siempre en beneficio de quienes requirieran de sus servicios.

Leire Díez no parece ser descendiente de Val di Noto. Eso sí, comparte profesión, un oficio extendido urbi et orbi desde la Noche de los Tiempos. Todo grupo que aspire a alguna forma de poder dispone un entramado de fontaneros, eficientes en el antiquísimo arte del infundio, el engaño y la adulteración de voluntades y cosas. Ha sido así en todos los ámbitos, desde la política hasta las religiones, pasando por cualquier institución, empresa o corporación. Como en cualquier faceta de la vida, los fontaneros también tienen sus clases. Val di Noto fue un emblema, un referente que surgió de la nada y alcanzó cotas extraordinarias de efectividad. Leire Dïez parece empecinada en engrosar el pelotón de las fontaneras torpes. Cogerla con las manos en la masa, grabarla, salir en la prensa de todo el país, sin el más mínimo resquicio de excusa, así de descarnadamente, es de muy poco nivel.

En la fontanería de enfrente, sin embargo, están en plena forma. La fake-news que se han tragado hasta tres ministros ha sido una jugada maestra, reconozcámoslo. Cuando esto sucede en la fontanería de palacio sugiere que el trono tampoco está demasiado seguro. Y parece evidente que la fontanería de Sánchez hace aguas en lugar de cortarlas.

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