Francisco García Marcos

La geometría y el pórtico

Comunicación (Im)pertinente

21 de junio 2025 - 03:08

Francamente, no entiendo el revuelo que ha formado el asunto del triángulo Ábalos-Koldo-Cerdán. Cierto que de la suma de dos triángulos surge un rombo. Si se le agrega otro triángulo más, aparece un pentágono irregular. Dos rumbos contiguos puedan dar lugar a un heptágono, de nuevo irregular, por supuesto. Así podríamos seguir formando figuras casi inagotablemente, o lo que es lo mismo, la corrupción podría multiplicarse de manera poco menos que exponencial, con formatos inagotables, hasta el hedor más profundo y el correspondiente hastío que provoca semejante espectáculo. Desde luego, cuesta creer que Sánchez lo desconociese todo, máxime cuando están implicados quienes han sido su número dos y su número tres, dos de sus adalides fundamentales en la mítica conquista de Ferraz. En la España de González y Guerra, en la Andalucía desde Borbolla hasta Díaz, esto ya ha pasado muchas otras veces. También ha sucedido que ha habido socialistas trabajando por sus vecinos de manera abnegada y eso, claro, no abre los telediarios. Con todo, el asunto de la corrupción no es un sello exclusivo y patrimonial de los socialistas españoles. El Partido Popular tiene igualmente una prolija nómina de corrupciones, opacidades y desmanes varios. No, esa manera de actuar, tan arribista (y tan desdeñosamente irrespetuosa con la colectividad) parece más bien un gen muy español. Tanto que se manifiesta incluso entre los españoles más antiespañoles. Los corruptos socialistas y los populares nunca alcanzarán la insuperable marca que fijaron Jordi Pujol y los suyos, todo un hito de arribismo pertinaz, de atenernos a los dictados de la justicia ordinaria. Tan solo puede competir con Pujol la Casa Real, con el Emérito como mascarón de proa, enfebrecidamente apegado a los escándalos, hasta el punto de costarle la corona. La clase política española parece haber interiorizado que se llega a las instituciones para servirse de ellas, y no a servirlas, como parecería lo lógico e innegociable en democracia. En eso, la verdad, no hay distingos de régimen político. Estos días los Franco han sido obligados por la justicia a devolver dos estatuas de El Pórtico de la Gloria que el Caudillo tuvo a bien incorporar a su patrimonio. Es verdad que ahora, al menos, ni se persigue, ni se encarcela, ni se tortura ni se ejecuta a los disidentes.

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