Guerra y Arte

02 de julio 2025 - 03:07

Al amanecer me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. También con una nueva librería, en el Centro Comercial Torrecárdenas, la Casa de Libro. La veré desde mi ventana, a lo lejos, no la veré, la imaginaré, veré el centro comercial, entre nubes, entre un sol cegador. El sol es Dios, decía Turner. El centro comercial es Dios, atrae a todos los fieles. En la casa de libro pululan sin cesar compradores, suponemos lectores. El ebook iba a acabar con las librerías y el cd iba a acabar con el vinilo, pero muchos años después básicamente se venden libros y vinilos, dónde acaban tantos libros, se compran sin parar, hay colas, yo visito casas habitadas, interiormente y no veo libros ni estanterías, sólo algunos tristes libros olvidados, donde acaba tanto best seller, tanto libro fatuo. No veo en la casa del libro grandes clásicos, veo libros de esos para dummies, libros para dummies quiere decir libros para tontos, exactamente o libros para torpes. Podría decir que todos los libros que veo son libros para tontos, o libros fáciles. Al final el triunfo del libro es el libro del libro fácil, los libros difíciles, científicos, sesudos, especializados, gordotes, quedan para las librerías del centro. El gran bocado fluye siempre en dirección hacia afuera, no hacía dentro. Puede ser, es posible, que fluyan igualmente clientes que salen de no sabemos donde para poblar todas las nuevas librerías, manteniendo constante el número de clientes de las librerías existentes. Frente a nos, nos encontramos nuevas ediciones de libros, ahora sí, clásicos, clásicos la autoayuda vencedora, Sun Tzu y varias ediciones más de su arte de la guerra. No conozco a nadie que haya vencido a nadie con este libro, pero siempre queremos tenerlo, siempre queremos tenerlos todos. La guerra ya no es un arte, sino un desastre diario, una minuciosa búsqueda de los caminos para conseguir un corredor más hacia el vacío, la parte de la memoria donde quedan los anhelos, donde existen las conquistas que quedan muertas al día siguiente. Cada nueva batalla ganada, cada conquista exige otra más al día posterior. Arrastrándose entre máximas categóricas, dulces baldosas que parecen puestas para pisarlas en el camino de plata hacia la incertidumbre. Atardece y ya has visto a todos otra vez, el ingrato, el insolente, la mentirosa, el envidioso, el insociable.

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