La tapia del manicomio

Molina &Amp; Zapata

Los huevos del Halloween

04 de noviembre 2013 - 01:00

NO es lo mismo los huevos del Halloween que el Halloween de los huevos, pero hemos puesto el titular más fino. Entre la serie de chorradas que nos ha traído la fiesta de los muertos a la americana, una de las que tienen más guasa es la de tirar huevos crudos contra las puertas de los vecinos. Los que no hacen trato sufren el truco de que les empuerquen la vivienda. Una gracia. La madre que parió a los angelitos. En Zamora este año ha tenido que intervenir la Guardia Civil a requerimiento de los vecinos. Menos mal que aún nos queda algo de la vena racial que nos hace poner un asunto en manos de la Benemérita, para que los tiernos infantes empiecen a aprender lo que cuesta un peine: los recoveros han tenido que limpiar las fachadas que habían empercudido. Si se hubieran mantenido en la tradición propia, recibirían huevos de Pascua de sus padrinos el domingo de Resurrección. Y hubieran ido al cementerio a llevar flores a sus deudos. Es tal la manía que en pocos años nos ha invadido que pronto se nos habrá olvidado que todos tenemos muertos que recordar. En México, a pesar de tener a los "americanos" encima, están consiguiendo sobrellevar la influencia de la fiesta extranjera, manteniendo la propia: como son días distintos, el 31 de octubre hacen el yanqui y el 1 y el 2 celebran a sus muertos como toda la vida, con comidas, bailes y juegos encima de las tumbas. Aquí, como la fiesta original propia estaba ya en retirada, ha sido la mar de fácil que el nuevo festejo penetre hasta las cachas, con amplia complicidad y promoción de los medios de comunicación y los poderes públicos autóctonos. No parece, sin embargo, que esta penetración festivo-cultural tenga relación con la auténtica penetración de las agencias de espionaje de los USA (ahora la que está de moda es la NSA, pero hay docenas que se reparten la faena). O sí. Todo suma en la tarea de abarcar el mundo y apretarlo bien para controlar mejor. Lo que antes se hacía mandando los ejércitos a invadir territorios, ahora se hace de forma más sibilina y seguramente más eficaz, porque el sometido colabora y encima está tan contento con sus nuevos tradicionales festejos, y admítasenos el oxímoron. El caso es que esta fiesta está situada oportunamente entre el equinoccio de verano (la Virgen de Agosto) y el solsticio de la Navidad, que ya la tenemos encima.

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